8.

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Capítulo ocho

Lara llegó tarde y la anticipación en el pecho de Jeanine se intensificó con cada minuto que pasó. Entró en la habitación, con el pecho hinchado y la barbilla levantada. Su chaleco se aferró a su cuerpo, y sus brazos se hincharon sin que ella lo intentara. Su cabello había sido arrastrado hacia atrás. Jeanine no tenía idea de dónde mirar, y terminó mirando la mesa, jugando con su lápiz.

—Está bien. Puedes codiciar sin sentirte culpable ahora.

Jeanine ladeó la mandíbula y sacudió la cabeza.

—No se me permite mirar.

—¿Reglas de psicóloga-participante, o reglas de visitante-prisionera?

—Simplemente no está bien.

—Aligérate. Crees que soy sexy y creo que tú también eres sexy, así que, ¿qué vamos a hacer al respecto?

—Absolutamente nada.

—Pero las dos sabemos que queremos más que nada. ¿Qué tal si hago un pequeño striptease para ti?

—Lara... —murmuró Jeanine.

—Aguafiestas. Lo siento, llegué tarde, estaba demasiado ocupada discutiendo.

Jeanine parpadeó rápidamente ante el cambio de tema.

—¿Discutiendo? ¿Acerca de?

Policías y tiendas. El programa de televisión, la nueva serie comienza el sábado, y es de lo que habla todo el mundo.

Jeanine intentó no sonreír, pero no pudo resistir el tirón de sus labios.

—Ah, ¿entonces has oído hablar de eso? —Lara murmuró.

—Sí, yo y...

—Daphne solían verlo, —terminó Lara.

—Sí.

—¿Vas a ver esta serie?

Jeanine se encogió de hombros.

—No lo sé, no será lo mismo verlo por mi cuenta.

—Sepa que cuando lo miras, toda el ala lo está mirando, incluyéndome a mí. No estás por tu cuenta.

—No es como si pudiera llamar a la prisión y hablar sobre el episodio, ¿verdad?

—No, tendrás que esperar hasta nuestra sesión del viernes.

Jeanine golpeó su dedo en sus papeles.

—Esto es lo que se supone que debemos hacer en nuestras sesiones, no hablar de televisión.

—¿Qué le pasó a tu mano? —Preguntó Lara.

El cambio de tono sobresaltó a Jeanine, y ella se quedó boquiabierta.

—Tu mano, —repitió Lara

Jeanine se frotó los arañazos.

—Mi gato.

—Viciosa, ¿verdad?

—Él, —corrigió Jeanine. —Tenemos una relación de amor-odio. Lo amo, me odia. Todo es justo en el amor y en la guerra.

—Creo que tu gato está ganando la guerra.

—Tienes razón.

—Puedes ver Policías y tiendas con tu gato.

—Gracias por hacerme sonar como una loca de los gatos.

La PsicópataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora