12.

3.2K 278 23
                                    

Capítulo doce

—Maggy va a estar devastada, —susurró Cleo.

Jeanine se movió en su asiento y tocando obsesivamente sus uñas. Se sentaron a la mesa, esperando que Maggy llegara. Había pasado el fin de semana repasando su decisión, y cada vez recordaba la mirada en los ojos de Lara. La preocupación, y la honestidad.

—Simplemente no se ajustaba a los criterios.

—¿Estás segura?

—Sí...

Maggy entró en la habitación y se quedó inmóvil al ver a Cleo sentada a la mesa.

—Toma asiento, —dijo Jeanine.

Maggy no apartó los ojos de Cleo cuando se sentó frente a Jeanine.

—¿Estoy en algún tipo de problema?

—No, no hay problema. No hay una manera fácil de decirlo, pero te estoy retirando del estudio.

Maggy parpadeó y Jeanine se preparó en caso de que se lanzara sobre la mesa. En cambio, Maggy se encogió en su silla y frunció el ceño. Pasaron unos tensos segundos y Jeanine esperó pacientemente la respuesta de Maggy.

—¿Qué hice mal?

—No hiciste nada malo. Es mi culpa. No cumpliste con los criterios para continuar.

—Dijiste que lo estaba haciendo bien.

—Lo hiciste genial. Es solo una de esas cosas... —dijo Jeanine.

Maggy levantó la cabeza y el estómago de Jeanine se tensó cuando vio lágrimas en sus ojos. Se preparó para un aluvión de abusos, o para que Maggy lanzara un puño, pero sonrió y le tendió la mano. Jeanine la miró, sin saber si sacudirla, pero Cleo le dio un codazo en las costillas, y ella respondió, agarrando a Maggy con fuerza.

—Muchas gracias por las conversaciones, Jeanine, y gracias por ponerme en primer lugar. Voy a extrañar estas sesiones.

Jeanine tragó saliva y asintió.

—Sí, yo también.

—Si alguna vez necesitas una participante para algo más. Soy tu mujer.

Jeanine asintió.

—Serás la primera mujer a la que me dirija.

Maggy le lanzó una sonrisa de ojos llorosos a Cleo, luego abandonó la habitación. Sus lentos pasos resonaron en el pasillo, y luego la puerta al final se cerró.

—Eso fue mejor de lo que esperaba, —murmuró Cleo.

—¿Qué estabas esperando?

—Llanto, mucho de eso. Pensé que por eso me lo pediste, para que pudiera abrazarla.

—No, te pregunté en caso de que se pusiera desagradable.

Cleo levantó una ceja.

—¿Maggy? Ella es un amor.

—Aparte de quemar la cara de su padre...

—Bueno, sí, pero eso fue fuera de aquí. Ha sido la prisionera perfecta, educada, servicial, no haría daño a una mosca. De hecho, se angustió bastante cuando una polilla voló en hacia el atrapa mosca...

Jeanine se dejó caer de nuevo en su silla y cerró los ojos. Había estado esperando que Maggy gritara, exigiera más sesiones o amenazara. Tenía su mano lista sobre la mesa para golpear el gran botón rojo, pero no lo había necesitado. Maggy le había dado las gracias y sonrió cálidamente mientras se estrechaban las manos.

La PsicópataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora