18.

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Capítulo dieciocho

En el camino de regreso a la prisión, Jeanine no se había concentrado en lo que había sucedido, demasiado preocupada porque Gary estrellaría el auto, pero una vez que regresaron, y Lara estaba tras las rejas, achaques, dolores y humedad regresaron al cuerpo de Jeanine.

Le dolía entre las piernas, y cada respiración era aguda y punzante. Cuando llegó a casa, se echó más agua en la cara y se quitó la blusa. Había una marca roja en sus pezones, trazó el óvalo con su dedo y se estremeció.

—Tuve relaciones sexuales con Lara Black en un baño público.

Confesar su sobresaltada reflexión no alivió el remolino de emoción y confusión. Retrocedió y huyó del baño. Necesitaba decírselo a alguien más, y encontró la audiencia perfecta.

—Tuve relaciones sexuales con Lara Black en un baño público...

Jeanine respiró lentamente después de su confesión y cerró los ojos mientras esperaba una respuesta. No había nada, y le echó un vistazo a su pecho. Marte la miró, luego apartó la vista y comenzó a limpiar sus bigotes.

—¿Eso es todo? ¿No me vas a arañar? ¿Sisear? Llamarme una idiota.

Marte bajó la cabeza e hizo su mejor impresión de nada sorprendido. Jeanine miró al techo y apoyó las manos en su pelaje.

—Tuve relaciones sexuales con Lara Black, y no debería haberlo hecho.

La casa estaba inquietantemente tranquila, y Jeanine podía oír las paredes crujir por la caída de la temperatura.

—Tuve relaciones sexuales con Lara Black, y podría terminar en la cárcel.

El viento aullaba junto a la ventana, y una rama arañó contra la pared de la casa.

—Tuve relaciones sexuales con Lara Black, y no me arrepiento.

Cerró los ojos y suspiró hasta que finalmente sucumbió al sueño. Cuando Jeanine no estaba preocupada por un temido golpe en la puerta de la policía, estaba preocupada por los resultados de su estudio. Finalmente, reunió todas las piezas del rompecabezas y comparó las imágenes de resonancia magnética con la lista de verificación del psicópata. Su hipótesis se hizo realidad, todo hasta que el último participante congeló su corazón palpitante.

Lara no se ajustaba a la hipótesis; lo contradijo.

—Maldita seas, Lara Black.

Recogió sus papeles y se volvió hacia la ventana. Estaba oscuro afuera, y podía ver las estrellas brillando sobre ella.

Al día siguiente iba a visitar la prisión de Greenwood por última vez. Iba a interrogar a cada participante, luego se alejaría, para nunca volver a verlas. La idea de alejarse de Lara tenía una náusea hinchada en sus entrañas, pero sabía que tenía que hacerlo. La única forma de superar a Lara era nunca volver a verla, sin importar lo dolorosa que se sintiera la idea.



Después de que Jeanine explicara el estudio y su hipótesis, Harriet asintió y le ofreció la mano de la misma manera que lo haría una reina. Jeanine no besó sus nudillos, sino que se aferró y sacudió.

—Fue un placer conocerte, Jeanine.

—A ti también, Harriet.

Se fue sin mirar atrás, y Jeanine se relajó en su silla.

Tory le dio un fuerte abrazo a Jeanine y, dos minutos después, la puerta se abrió de golpe y los grandes guardias la sacaron a la fuerza.

—No me estaba lastimando—. dijo: —Fue un abrazo, eso fue todo.

La PsicópataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora