5.

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Capítulo cinco

La cantidad de veces que Tory se había casado sorprendió a Jeanine. Estaba convencida de que había un error en su archivo y le preguntó a Tory para estar segura.

—Entonces, hum... trece esposos...

Tory sonrió con orgullo, luego se rascó la barbilla.

—Qué puedo decir, yo amo demasiado.

—Trece esposos, y trece divorcios.

—Impresionante, ¿no? Espero un decimocuarto tras las rejas.

—¿Qué? cómo?

Tory se encogió de hombros.

—Me llega el correo de fans. A los hombres y mujeres les gusta una chica mala y sexy.

—¿Por qué crees que tus matrimonios no funcionaron?

Tory dejó escapar un largo suspiro, y luego murmuró:

—El fastidio.

—¿Fastidio?

—Constantemente haz esto, haz lo otro. ¿A dónde vas? ¿Cuánto tiempo estarás? Me encanta la seducción y la etapa de luna de miel, pero luego se vuelve aburrido y otros me llamaron la atención. Soy una mujer de sangre roja, y era inevitable que iba a engañar.

—Los divorcios deben haber sido caros.

Tory se echó a reír y se dio una palmada en la rodilla.

—No bromees. Ellos me limpiaron.

—¿Entonces por qué seguiste casándote?

—La propuesta, y la parte de la boda fueron adictivas. El sexo fue el mejor durante ese tiempo. Amo a los hombres, esa es mi debilidad.

La cara de Tory cayó, y su postura se puso rígida.

—Pero no los que pretendían ser mujeres. Fueron tentadores. Alimañas en las esquinas.

—Háblame de tus esposos, —dijo Jeanine rápidamente.

Tory parpadeó y luego dejó caer su cabeza.

—Por supuesto...

Cada esposo fue descrito físicamente, pero no emocionalmente. Tory describió su forma con las manos y palpó el aire cuando dijo que tenían miembros grandes. Se centró en el sexo, más que nada, y cada hombre se superponía al otro. Cuando los ojos de Tory comenzaron a dilatarse, relamiendo sus labios, con una leve sudoración y se removía sobre la silla, Jeanine terminó la sesión temprano. Tory salió a toda prisa, dejando la puerta batiente.

Cleo asomó la cabeza por dentro.

—¿Quién encendió a Tory?

Jeanine se estremeció e hizo una mueca.

—No, simplemente no.

Cleo echó un vistazo a las notas sobre la mesa.

—Trece veces, ni siquiera puedo encontrar a un hombre o mujer para que se case conmigo.

—¿Realmente quieres casarte con alguien como Tory?

—No exactamente. Aunque podría ser mi tipo.

—¿Las asesinas en serie son tu fetiche?

—Me refiero a miradas sabias.

Jeanine entrecerró los ojos y la fulminó con la mirada. El peso de su mirada hizo que Cleo retrocediera fuera de la habitación.

La PsicópataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora