Capítulo 9

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Madison

Todo lo que paso, comenzó a venir de nuevo a mi mente. Mierda, me sentía fatal. Ella en verdad me había herido. No pude evitar llorar ante recordar aquel espectáculo que me hizo Jane en la escuela. Nunca me espere eso de ella, simplemente no me quedaba claro, el porque me dijo todas esas cosas.

Volviendo a la realidad, supuestamente tenía que tener hecha mis maletas para irme a New York con mis padres, mi hermano y la familia Hartman.

Comencé a sacar toda mi ropa de mi armario lo más rápido que pude, pero termine haciendo un desastre como siempre.

Mi ropa estaba tirada por todo el piso y mi cama, parecía un océano de ropa. Supe que no iba a poder empacar muy rápido así que llamé a Will, pero no podía encontrar mi celular. Finalmente, después de unos largos minutos lo encontré y busqué el contacto de mi mejor amigo.

-911

-Del uno al diez, ¿Qué tan grave es?

-Es un diez, no hice mis maletas y mis padres me mataran si no llegó.

-Estoy en cinco.

Colgó la llamada y yo me quede tratando de sacar un poco de ropa para ponerla en mi maleta, pero me fue difícil. Como era de esperarse sonó el timbre de la casa y supe que él ya había llegado. A decir verdad, su casa no quedaba tan lejos de la mía, así que vino rápido. Iba a bajar corriendo, pero me lo encontré en las escaleras de mi casa. No pude evitar sonreír, porque realmente se veía tan lindo como siempre. Para que el ambiente no se ponga raro me dirigí a mi habitación para que me ayude con mis maletas.

-Gracias.

-Wow, sí que necesitas ayuda.

-Estoy segura que mis padres me mataran sin duda.

-Es un avión privado.

- ¿Y? Sabes que ellos son muy puntuales al igual que los tuyos, solo que la diferencia es que mis padres se alteran al toque y los tuyos son más relajados.

-Olvide eso. ¿Cómo estás? –sabía perfectamente a que se refería esa pregunta, el comenzó a examinarme con la mirada.

-Genial. ¿Me ayudas? –le dedique una sonrisa para que crea que estoy bien, pero él me conocía muy bien para saber que mi sonrisa era falsa.

Pero tan bien sabía que no quería hablar de eso. –Tu ordena tu ropa personal y zapatos, yo veo lo elegante.

Y así fue como los dos comenzamos a ordenar todo y separar lo que pondríamos en mi maleta. Fue divertido ordenar con él, estuvimos escuchando música mientras ordenábamos todo. Había momentos en que en vez de apurarnos nos poníamos a bailar y a tirarnos la ropa. Juro que no sé qué haría si no tuviera a William, porque él sabe cómo animarme y sabe todo de mí. Adoraba que supiera cuando quería algo o necesitaba de él. Y una parte de mi me decía siempre, que le dijera lo que sentía por él, pero si se lo decía, corría el riesgo en que no volvamos a tener esta amistad tan bonita. Prefiero guardármelo para mí.

Nos dimos cuenta que los dos teníamos llamadas perdidas y mensajes de nuestros padres, más yo que él. Salimos corriendo de la casa, para subirnos al auto del rubio, pensé que nos demoraríamos, peor como nunca el acelero el auto y llegamos rápido. Cuando llegamos vi como mi madre me esperaba en las escaleras del avión con su típica cara de enojada. Supuestamente debíamos haber llegado a las 12:30 pero llegamos a la 1:15.

Sin duda mi madre estaría molesta, me quede parada unos metros antes de la escalera, odiaba esa mirada y sabría que mi padre me gritaría. Al segundo sentí como una mano me jalaba delicadamente para seguir caminando y subir al avión. Era Will, cuando ya íbamos a entrar, mi madre nos hizo parar, haciendo sonar su garganta.

El Último AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora