Al salir por el pasillo que lleva directamente a la fuente pudimos ver a lancer conversando con su padre, quien después de que su hijo se hiciera aliado (por así decir) de los lightners, le comenzó a estrangular. Susie lo apuntó con su arma, amenazándolo para que dejara a lancer.
— ¿¡Quieres que lo libere!? — Tensé la mandíbula, molesta por el simple hecho de que odio que siempre terminen involucrando a alguien inocente en este tipo de situaciones.
Acercó a lancer al borde del campo de batalla, amenazando con tirarlo. Enserio, odio a las personas que tienen el descaro de usar a personas ajenas en una especie de negociación, porque eso es lo que está pasando. — ¿Por qué no dejo que caiga del borde y muera? — Pude ver como su cara formó una sonrisa cínica. — A menos que ustedes se arrodillen y aprendan cuál es su lugar. — Todos accedimos, pensando que dejaría ir a lancer. Desearía poder hacer algo pero... Creo que ya he intervenido demasiado y eso no es muy bueno que digamos.
Varias picas aparecieron frente a nosotros, amenazando con golpearnos y matarnos en cualquier momento. A pesar de que estaba arrodillada mantenía mi vista al frente, no queriendo perder de vista los movimientos de aquel ser tan despreciable, e intentando darle alguna señal a susie de que hiciera lo mismo para aprovechar alguna apertura y que pudiese salvar a lancer. De un momento a otro lancer se había liberado, atacando a su padre, salió del lugar y nosotros usamos eso para reincorporarnos y entrar en batalla.
Susie intentó razonar con el rey, pero sus palabras no tuvieron ningún efecto, por lo tanto su voluntad cambió. Luego de unos turnos kris me pidió que tratara de razonar con este tipo, por lo que yo negué. — Kris, yo soy la menos indicada para razonar con alguien...
* Intentas razonar con el rey, diciéndole que no quieren pelear.*
— Ustedes, los portadores de la luz, no tienen ningún derecho a articular ni una palabra, después de habernos dejado por nuestra cuenta. — Sonreí de manera amenazante, considerando volver a mi plan original, recordando las palabras de flowey.
Matar o morir.
— Bien, no me culpen si alguien sale herido. — Nuestro turno terminó y con eso comenzamos a esquivar tantos ataques como podíamos, y a decir verdad, me resultaba algo doloroso. Por lo que he visto hasta ahora, solo tenemos que hacer tiempo hasta cierto punto y creo que ese punto es cuando el rey comience a cansarse, o sea que dentro de un par de turnos más.
Hubo un momento en el que el alma de Kris comenzó a glitchearse, por lo que me preocupé bastante, ya que eso pareció haberlo inmovilizado por el dolor, y de un instante a otro dejó de hacerlo y mi alma apareció en el cuadro de batalla, como se ha estado mostrando últimamente. Este ataque iba dirigido a mí, por lo tanto tuve que moverme tan rápido como podía, tratando de esquivar cualquier golpe que pudiese provocarme algún daño considerable. De repente, los ataques se volvieron más lentos y menos certeros, cosa que me hizo intuir que el rey comenzaba a agotarse.
Cayó de rodillas y comenzó a "arrepentirse" de todo lo que ha hecho. — Por favor, bajemos las armas. Debe haber una solución pacífica para todo esto. — Kris guardó la espada, sin embargo, Susie y yo no nos movimos. Ralsei sonrió y se dirigió a nosotras.
— Vamos, susie, midory. — noté como susie dudó por unos segundos para luego guardar su arma, por otro lado yo permanecía inexpresiva, sosteniendo el hacha sobre mi hombro, estando al tanto de que todo eso era una trampa. Kris sonrió y juntó sus manos a modo de súplica por lo que yo negué desconfiando.
— No, conmigo no cuenten. — Respondí con un tono de voz firme, observándolos acercarse al tirano {Uff que vocabulario}.
— Estoy orgulloso de que se empiece a dar cuenta, señor rey...— Solté una risita ante el comportamiento dulce e inocente de ralsei y su deseo de ayudar. —Que ninguno de nosotros quiere luchar realmente. — Los cuatro me vieron fijamente y yo bajé el hacha y volteé a ver detrás de mí, haciendo de que no entendía la indirecta; luego me volví hacia ellos con una expresión de inocencia en mi rostro, haciéndolos ignorarme. — Si nos dice cuáles son sus preocupaciones... ¡Estoy seguro de que podremos ser amigos, sr rey!