Cap. 21

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Disclaimer: Boku no Hero es propiedad de Kohei Horikoshi y BONES. Este fic es sin fines de lucro.

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Advertencias: Contenido sensible. Leer el capítulo con precaución.

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-No sé qué hacer con esto.

-¿Con qué?

-Con el amor que le tenía. No sé dónde... ponerlo ahora.

-Yo lo quiero.

-...

-Lo digo en serio. Suena encantador. Yo lo quiero. Dámelo a mí.

-Ok.

-Tiene que ir a algún lado.

-Fleabag, Phoebe Waller-Bridge

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Tanto Momo como Iida estaban al pendiente de todo y de todos. Daban la sensación de ser adultos en lugar de adolescentes.

Pero no lo eran.

Los profesores, por otro lado, se encontraban impidiendo el paso a la prensa y a los ojos curiosos que estaban demasiado interesados en el nuevo escándalo de la UA.

Entre lágrimas, el olor del crisantemo que adornaba todo el lugar y los pésames, las personas que se encontraban alrededor murmuraban. Unas estaban afligidas, tristes. Otras solo estaban llenas de indiferencia. Distantes y hasta evasivas sin mucho conocimiento sobre qué hacer.

Muchos alumnos de los otros salones se encontraban ahí, presenciando de primera mano que la vida podía llegar a ser demasiado corta, que alguien podía arrebatarla de un segundo a otro sin la posibilidad de hacer nada.

"Los jóvenes siempre suponen que viven para siempre. Piensan que son inmortales"

Los murmullos pasaron a ser gritos.

El mensaje era claro y resonaba en los oídos de cada persona presente.

La culpa es de los alfas.

La gente juntó sus palmas, listos para brindar una oración.

Se escucharon los gritos de otra multitud.

La culpa es de los betas.

La caja de madera permanecía inmutable. Durante toda la ceremonia nadie dejó de ver la foto de Kyoka que se encontraba en el centro.

La culpa fue de ella.

Muchas flores marchitas comenzaron a caer.

Izuku se encogió en su lugar sin querer levantar su mirada. Sus ojos ardían demasiado, no obstante, sentía que todavía le quedaban demasiadas lágrimas por soltar.

Apretó sus puños instintivamente.

En un breve segundo logró escuchar a Kacchan maldecir por debajo a la multitud de afuera.

Tsuyu le tomó de la mano y recargó su cabeza en su hombro. Kirishima, Mina y Sero abrazaron con todas sus fuerzas a kaminari, quien ni siquiera dudó en corresponder el gesto.

Suspiró hondo. Su cabeza había comenzado a dolerle.

El simple hecho de mirar hacia cualquier parte de ese lugar era tortuoso. Sentía a su corazón latir con desespero. Sentía que una venda acababa de caer por completo de sus ojos.

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