Precioso encuentro

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El sonido de la campana sonó, todos salieron al recreo como de costumbre.

Chifuyu vio como sus compañeros se iban hablando, otros riendo o jugando pero todos en compañía de otro.

Ya llevaba algunos días en su nueva escuela y se sentía triste de no poder hacer ningún amigo. Había intentado hablar con otros de sus compañeros pero estos simplemente le decían "tú eres el enano del campo sucio no?" y le daban la espalda, otros lo rechazaban diciendo "no hablamos con duendes" mientras carcajeaban.

Sacó su pequeña lonchera y por primera vez decidió salir de su salón. Le temblaban un poco las piernas y sentía la mirada de todos sobre él. Apretó su lonchera contra su pecho y se dirigió al patio tratando de ignorar a su alrededor pues podía escuchar susurros y pequeñas risas acompañadas de un "parece niño de 5 años" "que pelo tan feo, seguro que se lo pinta"

Sus pasos no se detenían y su mirada solo estaba clavada al frente.

- Mmm? Qué es eso? – Dijo Keisuke aburrido, poyando su cabeza sobre sus brazos, mirando por ventana del segundo piso el enorme patio lleno de estudiantes – Parece Mikey... -sonrió al ver un puntito amarrillo moviéndose entre puntitos negros – Oh?...

Su sonrisa desapareció al ver que aquel rubio se encaminaba a la parte trasera de la escuela. Qué planeaba hacer ahí atrás, normalmente nadie se dirigía a ese lado de la escuela.

Suspiro y decidió ir a la ventana que daba visión a dicho lugar, pues la curiosidad por ver que hacia aquel niño era grande. Cuando llego sus ojos se abrieron de la impresión al verlo.

Aquel puntito amarillo ahora lo veía con claridad, era un pequeño niño rubio.

Un rubiecito que se sentó en el piso y empezó a llorar desconsoladamente. Podía escuchar sus sollozos con claridad, sus manos estaban cubriendo sus ojos mientras de su boca salía un llanto lleno de dolor.

Keisuke se quedó mirándolo por un momento, y cuando al fin reacciono, su ceño se frunció y sus manos formaron un puño lleno de enojo y furia.

Estaba seguro que aquel chico era nuevo, porque nunca había visto esos pelos  amarillos en la escuela. Y si era nuevo y estaba llorando significaba solo una cosa.

Algún estúpido, con cabeza lleno de mierda, lo había molestado. Y claramente él no iba a dejar las cosas así.

Corrió hasta llegar al enorme patio, sus pasos se apresuraron en ir a la parte inferior del gran instituto. Y cuando por fin se encontraba donde aquel punto amarillo pudo verlo sentado, escondiéndose entre sus rodillas, dejando escuchar como intentaba retener su alborotado llanto. Caminó lentamente hasta estar al frete del pequeño. Su boca se abrió pero no salió ni una sola palabra. Mordió su labio y sin saber porque se sonrojo.

"Cómo mierda lo consuelo? O como debo hablarle..."

Se armó de valor y capto la atención del rubiecito de la mejor manera que se le ocurrió.

- Ey, niño amarrillo!

Chifuyu dio un pequeño saltito en su lugar, sus ojos celestes llenos de lágrimas se abrieron hasta no poder más y lentamente levanto la cabeza para encontrarse con el dueño de aquella voz.

Sus miradas se unieron por un momento, momento en el cual sintieron que el tiempo se detuvo.

- Oh.... – Hasta que Baji vio en aquellos ojos miedo y vulnerabilidad. Tal vez no era la mejor manera de llamarlo, pero en su mente había sonado genial y amigable. – ah...

Un pequeño chico para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora