Las hojas de los árboles se mecían suavemente con el viento. Los pájaros cantaban, dejando su leve piar sobre las ramas, y los primeros rayos de luz atravesaron la cristalera de la ventana de la cocina e impactaron sobre tu rostro, provocándote una calidez muy gratificante.
Era el comienzo de un nuevo día.
Pero, ¿cuántas horas habías dormido? ¿Tres? ¿Cuatro, quizás?
Echaste un poco de café en una taza y lo metiste en el microondas para calentarlo.
Hacía media hora que te habías levantado y los párpados aún te pesaban.
Luchaste contra el insomnio toda la noche, pero al final no pudiste vencerlo; una vez se sentó en tu cuerpo, se resistió a irse.
Después de la llamada con Draken, tu mente no había dejado de pensar.
Pensabas que lo tenías todo superado, pero en ese momento en tu cabeza solo había cabida para una única persona.
Mikey.
Te invadieron sentimientos contradictorios al respecto y te atormentaron durante toda la noche.
Si tan solo le hubieras dado una última oportunidad...
Si tan solo hubieses dejado el orgullo aún lado y le hubieras parado los pies en su momento...
Sabías muy bien que el destino de Manjiro Sano nunca había estado en tu mano, pero te resultaba inevitable no sentirte culpable.
El miedo terminó apoderándose de ti, y la incertidumbre de que iba a pasar ahora te carcomía por dentro y no te dejaba descansar.
Aún tenías muchas preguntas que hacerle a Draken.
¿Cómo era posible que Mikey, aquel niño dulce que protegía a los suyos con su vida, hubiese llegado a la cúspide del mundo criminal?
Tus pensamientos vagaron por los recuerdos más profundos de tu mente, concretamente, hacia el día que lo viste por última vez.
Uno de los peores de tu vida.
Vuestra relación no podía ir a mejor. Os entendíais, os queríais y os respetabais más que a ninguna otra persona en el mundo.
Pero todo cambió cuando Mikey decidió terminar con la Tokyo Manji.
A raíz de que la banda se desintegrara y cada uno siguiera su camino, Sano se fue convirtiendo en un chico frío y distante con todos.
Al principio trataste de no darle demasiada importancia. Él amaba la banda por encima de todas las cosas y deshacerse de su tesoro más preciado debía ser algo realmente duro.
Pero conforme fue pasando el tiempo, su actitud fue empeorando. Dejó de hacer lo que le gustaba y ya casi nada le emocionaba. Dejó de interesarse por sus amigos y apenas contestaba tus mensajes. Se fue aislando cada vez más hasta el punto que la situación se volvió insoportable. Hablaste con él muchas veces de aquello e insististe, pero el te decía siempre lo mismo; que estaba igual que siempre, aunque un poco deprimido por ponerle fin a la banda, y que eran cosas tuyas.
Pero tu sabías que no, que había algo más, una cosa mucho más oscura que atormentaba a Mikey y que hacía que fuera así.
Aquella noche te invitó a su apartamento. Hacía mucho tiempo que no lo hacía, así que la emoción te invadió por completo.
Pensaste que quizás Mikey quería hablar las cosas contigo y explicarte de una vez por todas lo que realmente le pasaba. De modo que, antes de ir a su casa, pasaste por el supermercado y le compraste una caja entera de sus dulces favoritos: dorayakis. Querías subirle el ánimo y que se sintiera lo suficientemente cómodo para desahogarse contigo. Siempre ibas a estar ahí para él y Mikey lo debería saber.
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ETÉREO - Sano Manjiro
FanfictionUn viejo amigo del pasado hará que las vidas de Mikey, actual líder de Bonten, la peor organización criminal de todo Tokyo, y (Nombre), una joven empresaria con un futuro prometedor, vuelvan a cruzarse, recordando su amor pasado y poniendo todo su m...