Yeong Kim, un adolescente con un pasado trágico, descubre que está destinado a ser el líder de toda una especie, los Wolfblood, sin tener conocimiento de su linaje ancestral. Después de la destrucción de su propia manada, Yeong se ve obligado a vivi...
La mayoría de los estudiantes de la escuela estaban en el salón de usos múltiples, estaban dándole los toques finales para la exposición familiar del siglo XXI.
Yeong por su parte, colocó imágenes de él cuando era un niño con sus hermanos y padres adoptivos antes de que entraran a la secundaria. A parte colocó una foto de sus padres biológicos, que pasarían perfectamente como los animales favoritos de la familia.
Cuando terminó se acerco a ver la exposición de sus amigos, Maddy pegaba una imagen suya con tachuelas a la pizarra y Tom hacía lo mismo.
— Iré al juego con mi padre — comentó el moreno.
— No esta hoy de guardia — cuestionó Maddy.
— No, prometió vendría esta vez, sin emergencias, sin distracciones — le respondió sin dudar — Solo seremos él y yo.
— Que ahí de ti Yeong, ¿vendrán tus padres? — preguntó Maddy iniciando conversación con el nombrado.
— No, salieron de último momento por un problema en la universidad donde están Keith y Sabrina — respondió con simpleza — Solo me pidió que tomara muchas fotos sobre lo mío y de mis amigos.
— ¿Quienes son? — preguntó Tom — Digo, nunca mencionaste que tenías hermanos, pensé que eras hijo único.
— Es algo así, son mis hermanastros — respondió sincero, le diría ahora que no mostraban rastros de maldad — Fui adoptado por nuestros padres cuando eran un niño.
Al salón entró Rhydian, en sus manos tenía lo que parecía ser un cuadro y lo colgó en su pizarra. Las K iban tras de él.
— Muéstranos tu dibujo Rhydian — comento una de ellas.
— Seguro es brillante — animó la otra.
Una vez que lo reveló dio una sonrisa viendo a los que veían su dibujo, Yeong sin duda se sentía un poco identificado con su amigo rubio.
— Eso que tiene que ver con la familia — mencionó algo abrumada la morena — Eso es horrible.
— Y raro — completó la pelinegra.
— A mí me gusta — dijo Yeong dándole una mirada de apoyo.
Yeong lo comprendía, pero aun así no estaba satisfecho. Le dio la vuelta y comenzó a garabatear un sol con una cara sonriente, una casa y tres personas sonrientes.
— Rhydian, basta — le dijo el ojiverde la pelinegra.
— Suficientemente normal — les reclamó y se fue.
Antes de que se fuera, Maddy lo tomó del brazo y Yeong lo sostuvo del hombro.
— No les harás caso, ¿verdad? — le preguntó la castaña.
— ¿Por qué no? Tú lo haces — contesto dándole una mirada a su pizarra.
— Lo que digan no tiene por qué afectarte Rhydian, solo tú sabes quién eres — dijo Yeong de manera calmada.
— Los dos pretenden ser algo que no son — contraatacó el rubio — Son como ellos, lindos, bonitos y falsos.
Maddy y Yeong se miraron frustrados por la actitud un poco desesperante de su amigo rubio.
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