Hace siglos, en un rincón olvidado de los libros de historia de los sangre de lobo, dos canes ancestrales eran los guardianes de nuestro mundo. Su esencia no se manifestaba en la forma de seres humanos, sino que optaban por encarnarse en la figura de dos lobos. El pelaje de uno relucía en la pureza del blanco más inmaculado, mientras que el otro era envuelto por la oscuridad del negro más intenso, reflejando las fuerzas que tejían el manto de la existencia.
Durante incontables milenios, el lobo blanco y el lobo negro coexistieron en armonía, siendo los custodios del delicado equilibrio entre el bien y el mal. Los mortales, incapaces de penetrar el misterio que los envolvía, los adoraban en formas humanas o animales. Sin embargo, los dioses lobunos permanecían ocultos entre las sombras, resguardando celosamente sus verdaderas naturalezas.
Un día, el lobo negro, en su forma terrenal entre los humanos, presenció cómo su contraparte blanca era elevada a la posición de máximo respeto y adoración. Una semilla de envidia germinó en el corazón oscuro del dios negro, y con el tiempo, esta semilla creció hasta convertirse en una raíz malevolente que enredaba su esencia.
La ira se apoderó del lobo negro, sus ojos destilaban veneno en cada mirada dirigida hacia su hermano blanco. La envidia carcomía su alma, y finalmente, la tormenta se desató. En una batalla feroz, los dos dioses lobunos se lanzaron, donde mordeduras y rasguños eran llamaradas de cólera desatada.
En medio de la furia, el lobo blanco intentó apaciguar el corazón envenenado de su compañero. Desesperado por restaurar la paz, el lobo blanco trató infructuosamente de hacer reaccionar al negro. Sin embargo, la ira y la envidia eran torrentes incontrolables que arrastraban cualquier atisbo de razón.
En un giro trágico del destino, el lobo negro, cegado por la envidia, hundió sus colmillos en la garganta del lobo blanco. En respuesta, el dios blanco, en un acto desesperado, destruyó su propia yugular, sellando su destino con un final rápido y cruel.
Antes de exhalar su último aliento, el malvado can oscuro juró regresar algún día. El lobo blanco, con su espíritu herido, regresó a su hogar ancestral, donde, en la penumbra, dejó escapar su último suspiro. Desde ese instante, una maldición se abatió sobre nuestra especie, despojándonos de la protección divina. Las cacerías se desataron, y los humanos, al descubrir nuestro secreto, nos persiguieron sin piedad.
Desde entonces, los sangre de lobo se dividieron. Algunos huyeron al mundo humano, camuflándose y viviendo entre ellos para prolongar sus días. Estos fueron llamados "Domesticados" por los sangre de lobo silvestres. Mientras tanto, otros se negaron a abandonar el bosque, anhelando la libertad sin restricciones que disfrutaban antes de que sus protectores desaparecieran. Estos fueron llamados "Silvestres" por los domesticados de igual manera.
Sin embargo, según la leyenda, ambos dioses se reencarnarían en algún momento, destinados a reinstaurar la paz entre sus iguales. La trama de los Domesticados y los Silvestres tejía una red intrincada de lealtades y traiciones, mientras el oscuro presagio de la reencarnación de los dioses lobunos se mantenía latente en el corazón de la leyenda, esperando su oportunidad para desencadenar un nuevo capítulo en la historia de los lobos divinos y la humanidad.
ESTÁS LEYENDO
Secreto entre sombras (Shannon Kelly x Male reader)
FanfictionYeong Kim, un adolescente con un pasado trágico, descubre que está destinado a ser el líder de toda una especie, los Wolfblood, sin tener conocimiento de su linaje ancestral. Después de la destrucción de su propia manada, Yeong se ve obligado a vivi...