La única vez que le veo
Es cuando está detrás mío en el espejo
Incluso desde la distancia puedo oírle
Intento escuchar pero sus susurros hacen que me duelan los oídosSex with a Ghost - Teddy Hyde
Izuku Midoriya despertó por el sonido de la alarma de su teléfono luego de un sueño desagradable. Deteniendo el molesto sonido del despertador, se frotó los ojos, cansado. No podía recordar lo que había soñado, pero le había dejado una sensación de malestar.
Por la ventana podía ver las calles aun húmedas luego de la tormenta de la noche anterior, y el potencial frio y la dificultad para esquivar los charcos de agua le hizo dudar de si realizar su carrera matutina habitual. Sin embargo, rechazó la idea de quedarse descansando bajo las sábanas de su cama y se vistió para comenzar los ejercicios del día. Las dos semanas de receso en la escuela habían comenzado la noche anterior, pero eso no significaba que podía olvidar su entrenamiento como héroe.
La habitación de su madre tenía la puerta cerrada con llave, por lo que asumió que seguía durmiendo. Decidió no molestarla, recordando lo cansada que había estado el día anterior. De todas formas, era un día no laboral para ella y Izuku volvería antes de que se despertara. Recogiendo la botella de agua que había dejado en la heladera la noche anterior, salió hacia el exterior.
El frio de la mañana lo golpeo con una ventisca, haciéndolo estremecer. Izuku dejó escapar un largo suspiro, pudiendo ver su aliento en el aire frío de la mañana. Aun así, comenzó a trotar por su camino habitual, tratando de eliminar los últimos vestigios de sueño de su sistema. Sin embargo, la sensación de malestar no desapareció.
El aliento helado del invierno ya estaba llegando. Nevaría pronto.
Y aunque las calles mojadas dificultaron su rutina de trote, tal como había imaginado, no se detuvo por nada. El resto del día transcurrió sin incidentes. Regresó a su casa unos minutos antes de que su madre se despertara y desayunaron juntos, comentando las actividades que habían hecho en UA en días pasados. Luego de limpiar, pasó el resto del día haciendo parte de la tarea de receso que les habían dado, y miró la televisión durante unas horas, mientras analizaba a los héroes que salían en las noticias.
En general, fue un día aburrido que transcurrió sin incidentes. Y el día siguiente transcurrió igual. Fue en la mañana del tercer día cuando todo comenzó a desmoronarse.
Su jornada empezó exactamente como el anterior, siguiendo la rutina a la que se había estado acostumbrando. Salió a trotar en su camino habitual, sin desacelerar pese al frio ambiente que le calaba los huesos. Para cuando emprendió la marcha hacia su casa de nuevo, nubes grises habían comenzado a cubrir el cielo. Llovería pronto.
Cuando atravesó la puerta de su casa, anuncio su llegada con un grito. No hubo respuesta. Asomó el rostro por la puerta de la cocina, notando que su madre estaba hablando por teléfono en un tono bajo, dándole la espalda a la puerta. En la hornalla frente a ella, una olla de curry ardía a fuego lento. En la televisión, el presentador del noticiero hablaba sobre como los casos de personas desaparecidas habían aumentado durante las semanas pasadas.
No había motivo para interrumpirla. En silencio, fue hacia el cuarto de baño para lavarse las manos. En el espejo su rostro le devolvió la mirada; dejándole notar las cicatrices que ahora le hacían compañía a las pecas que decoraban su rostro.
Tomó una respiración profunda, pestañeando con lentitud. A pesar de todo, era solo era él.
—Izuku, ¿puedes venir un segundo? — la voz de su madre llamándolo desde la cocina lo sacó de sus pensamientos, e Izuku encaminó sus pasos hacía ella.
Inko había apagado la hornalla, pero no había ningún plato en la mesa. Le pidió que tomara asiento, hablando en un tono suave y maternal, que no coincidía con el rostro ensombrecido que anticipaba malas noticias. Desviando la mirada hacia la ventana por un momento, Izuku notó que unas gotas de lluvia habían comenzado a caer.
—Claro —respondió, volviendo sobre sus pasos para sentarse en la mesa del comedor. Su teléfono sonó, indicando que le había llegado un mensaje. Desvió la vista hacia el teléfono en la mesa de la cocina, pero lo ignoró—. ¿Todo está bien?
Inko negó con la cabeza, tomando asiento frente a él. Midoriya no pudo decir que no se lo imaginaba, no cuando podía ver el rostro afligido de su madre. Su estómago dio un vuelco, comenzando a sentirse ansioso. No le gustaba ver esa expresión en su rostro.
Inko se tomó un par de segundos antes de comenzar a hablar.
—Fue una llamada de la escuela —comenzó—, para hablar sobre uno de tus compañeros.
Midoriya asintió, esperando que continuara. La ansiedad dentro de él seguía creciendo. Otro mensaje llegó a su teléfono.
—Se trata de Denki Kaminari —tragó saliva—. Nos ha dejado.
Izuku parpadeó, sin entender a que se refería. ¿Huyó de su hogar? ¿Fue enviado a un internado? ¿Se escapo de casa para unirse a una secta?
—Se ha quitado la vida —aclaró ella.
Izuku no respondió. Seguramente debió haber escuchado mal.
—Lo siento mucho, Izuku —dijo con suavidad—, sé que es difícil de asimilar. Pero van a velarlo en unos días, y su familia quería que sus amigos estuvieran allí.
Su respiración se detuvo junto con su corazón. O tal vez fue el mundo lo que se detuvo. No entendía las palabras, no podía darle un significado a los sonidos que salían de su boca.
—¿De qué estás hablando?
Sus manos temblaron; como si la sangre que corría a través de sus venas tomara conciencia propia y lo controlara. Su voz quedó atrapada en su garganta mientras ella lo miraba, con ojos tristes y cansados. Otro mensaje llegó a su teléfono. Inko tomó aire una vez más, antes de continuar.
—Sucedió anteanoche. Lo encontró el portero de su departamento —continuó. Su voz era lo único que mantenía a Izuku conectado a la tierra—. Al parecer su padre lo estuvo llamando, pero nunca contestó. Así que llamó al portero para que fuera a revisar que todo estuviera bien, y... él lo encontró.
Estaba más que un poco confundido, intentando responderle que algo como eso no era posible, pero sentía como si su garganta estuviera siendo apretada y no importaba lo que hiciera, no podía moverse ni un centímetro. No podía ser cierto. No podía ser real.
—Pero... pero si lo vi la semana pasada —necesitaba un minuto. Necesitaba horas. Eso no estaba pasando. No había manera de que algo como esto estuviera sucediendo.
Se sentía mareado. Por primera vez en mucho tiempo, se sintió completamente impotente. Un mensaje tras otro, su teléfono empezó a sonar con escándalo, atiborrándose con mensajes no leídos. Una lluvia torrencial comenzó a caer en el otro lado de la ventana.
—Lo siento mucho, Izuku —Inko tomó su mano a través de la mesa, intentando reconfortarlo.
Ese día, el invierno se convirtió en un infierno.
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Nota de la autora:
Si, bueno. No sé bien la razón por la cual empecé a escribir esta historia. Pero, ¿sabes qué? Voy a seguir escribiendo. Es como, una vez que algo está escrito, alguien tiene que leerlo eventualmente, ¿verdad?
¿Además, quería darte las gracias, supongo? Por elegir leer esta historia. Quería escribir esto desde el fondo de mi basurero mental y mi corazón.
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¿Quién asesinó a Kaminari Denki?
Mystery / ThrillerAquella llamada telefónica le había informado algo que nunca hubiera esperado que sucediera. Denki Kaminari había sido encontrado muerto en su departamento, debido a heridas autoinfligidas. Pero para Izuku Midoriya esa no es la verdad. Cada parte de...