Capítulo 8: Los muertos no pueden ser revividos.

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—Vieron los mensajes en el grupo, ¿no es cierto? —preguntó Uraraka con cautela.

—Los vimos.

—¿Creen que fue... un fantasma?

Las varias capas de ropa que ha traído hacen poco para abrigarlo.

Hace frio ese día, y Midoriya sentía que se le congelaba el trasero a cada segundo que permanecían sentados en los columpios del parque, pero siguió balanceándose suavemente en lugar de levantarse.

A Iida le castañeteaban tanto los dientes que casi esperaba que salieran volando de su boca y se perdieran para siempre.

—Los fantasmas no existen —interrumpió Todoroki, antes de que Midoriya pueda decir algo.

—¿No crees en los fantasmas, Todoroki-kun? —preguntó Midoriya, sorprendido. Había dado por sentado que él creería en ese tipo de cosas, viendo como tenía cierta inclinación hacía cualquier evento místico que se apareciera en su camino.

—No se trata de creer o no —negó con la cabeza, guardando las manos en los bolsillos mientras se apoyaba en el soporte metálico de las hamacas—. Se que no existen.

—Que extraño que Todoroki sea tan escéptico —se rio Uraraka, inclinándose hacia adelante desde donde estaba sentada con su pierna derecha moviéndose de forma inquieta—. ¿Cómo es que lo sabes?

—Si existieran —se encogió de hombros— entonces mi hermano hubiera venido a visitarme.

Midoriya nunca había oído un silencio tan ruidoso.

—Oh.

—¿Dije algo extraño?

—No, no lo creo.

Iida le palmeo la espalda a Todoroki con empatía, pero este solo le dio una mirada confusa.

La noche anterior había sido, por decir lo menos, intensa. El mensaje repentino en el chat de grupo había sido repentino y aterrador, y todos se habían vuelto un poco locos intentando buscarle un sentido al críptico mensaje.

"Ten cuidado con los mentirosos".

¿Qué significaba eso? ¿Quién lo había enviado? ¿Quién estaba usando el teléfono de Kaminari para burlarse de su dolor?

El grupo de chat se había transformado en una discusión acalorada. Hubo muchos gritos y llantos, dirigidos a nadie en realidad que simplemente había sido angustia que había sido desbordada. Sea quien sea que hubiera mandado el mensaje, había tocado un nervio sensible.

Midoriya no había encontrado el teléfono de Kaminari cuando había estado en su departamento. Lo más probable es que estuviera en posesión de sus padres, como un último registro de la vida de su hijo, o (menos probable) en posesión de la policía como una prueba del crimen. En cualquier caso, era imposible de obtener para él.

¿Quién, o que, había mandado el mensaje al grupo? Si la línea había sido cancelada debería haber sido imposible mandar un mensaje desde el teléfono de Kaminari.

Esa noche había dormido prácticamente nada. Era tarde y su madre dormía plácidamente, y Izuku también quería dormir, pero parecía que no podía apagar su cerebro, no podía hacer que los pensamientos dejaran de correr, sacar conclusiones precipitadas y recordarle cosas en las que preferiría no pensar, manteniéndolo despierto y haciéndolo sentir como si se estuviera muriendo.

—Quizás solo fue un error en el servicio de mensajería. Ese tipo de cosas suceden, ¿no es cierto? —continuó Uraraka, comenzando a balancearse en la hamaca del parque.

¿Quién asesinó a Kaminari Denki?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora