Las estrellas se apagaron. El universo se ennegreció. Una oscuridad más allá del tono más negro, más profunda que la noche más profunda. Un vacío dentro de todo.
Por algún motivo, no podía respirar. Se estaba ahogando. ¿Estaba bajo el agua? ¿Cómo llegó hasta allí? ¿Acaso importa, en primer lugar? Está encerrado en un espacio en donde los pensamientos pierden su significado.
La realidad misma se deformaba a su alrededor. Fue arrojado a un espacio frío y oscuro donde el tiempo no tenía significado y su cuerpo se sentía como una cadena.
Y el final de la niebla es solo una caída hacia la nada. Estaba perdido en la oscuridad.
Y por algún motivo, se preguntó si él también lo había sentido. El pavor de ahogarse, la oscuridad viviente, la sensación de descender a un lugar del que no había vuelta atrás. Se preguntó si eso fue lo último que sintió.
Un eco lejano rompió el silencio, los vestigios de una voz. Un sonido reconfortante, cálido. La sensación de una mano sosteniendo la suya, murmurando sonidos inteligibles.
De pronto, el espacio volvió a desdibujarse y Midoriya pudo abrir los ojos. El reloj en su mesa de luz marcaba las 04:47 AM. La realización lo golpeó, dándose cuenta de no había sido más que un sueño.
Frunciendo el ceño, el joven se sentó en la cama, sabiendo que no podría volver a dormirse ese día. Las pesadillas habían disminuido, un poco, pero ahora parecía golpeado por el insomnio. En realidad, no dormía mucho.
Había soñado con eso antes, ¿o era otra de sus alucinaciones inducidas por el estrés? A veces, los sueños se sentían tan reales que Midoriya no podía recordar si habían sucedido o no.
—Una vez más, comienza otro día —murmuró, observando el cielo nocturno despejado.
Pero, sinceramente, las cosas se han calmado mucho desde la locura invernal. El mundo no es perfecto, jamás podría volver a serlo tanto como le fue antes de que todo esto sucediera, pero la vida no se detiene.
Aún no se atrevía a mirar el espejo.
Mas tarde ese día, Midoriya recorrió en silencio las calles que conducían desde la estación de trenes de Saitama hacía el cementerio de la ciudad. El mundo se sentía borroso y, en ocasiones, irreal. Todo parecía haber terminado, el incidente parecía ser manejado por mejores manos que las anteriores, pero las cosas se sentían extrañas. Ha pasado un mes desde que todo había terminado, o al menos para ellos.
El viento otoñal sopló más allá de la puerta del cementerio, a lo largo de la hilera de lápidas donde había sido enterrado. Alguien le había traído flores hacía poco; un ramo de girasoles yacía frascos sobre la losa de hormigón, frente a la tumba que había sido limpiada cuidadosamente. Se preguntó si a él le habría gustado este lugar, junto a un sauce llorón y frente a un camino de mármol.
La inscripción rezaba "Kaminari Denki" en una caligrafía elegante. A veces le gustaba hablar con él, pero a Midoriya le gustaría que pudiera responderle. Tal vez sería bueno poder hablar con alguien que entendiera todo esto.
En silencio, Midoriya colocó el modesto ramo de flores junto a los girasoles. Juntan las palmas de sus manos manos y, con los ojos cerrados, permanecen frente a la lápida. El incienso se consume lentamente mientras Midoriya y Todoroki rezan en silencio.
Podía escuchar uno de los trenes que se acercan por las vías a lo lejos.
—Creo que voy a hablar con Kacchan sobre esto. Kaminari también era importante para él, así que estoy seguro de que querrá saberlo —mencionó, cuando ambos terminan de ofrecer sus respetos—. Aunque será luego. Cuando terminé de entender lo que sucedió.
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¿Quién asesinó a Kaminari Denki?
Mystery / ThrillerAquella llamada telefónica le había informado algo que nunca hubiera esperado que sucediera. Denki Kaminari había sido encontrado muerto en su departamento, debido a heridas autoinfligidas. Pero para Izuku Midoriya esa no es la verdad. Cada parte de...