EL SUEÑO TRANSPORTÓ a la kook rubia lejos de todas las preocupaciones que yacían en el frente de su mente. Fue el único momento en el que la rubia pudo escapar por completo de cada preocupación o problema que aquejaba su salud mental. A menudo deseaba que su sueño pudiera durar para siempre, que simplemente flotara en sueños interminables y nunca tuviera que volver a la realidad. Pero algo siempre hacía que sus brillantes ojos azules se abrieran. Desde su despertador hasta alguien irrumpiendo exigiéndole que pierda el tiempo con ellos, nunca estuvo a salvo. Siempre había algo o alguien que interrumpía su hermosa y consoladora paz.
Kennedy deseaba que más cosas le brindaran consuelo, como dormir, pero una vez que se despertaba, las cosas siempre parecían no darle un respiro. Debería estar viviendo el sueño, por fuera ser una rica socialité sonaba perfecto, pero era lo más grande que la agobiaba. Kennedy esperaba y rezaba para que llegara un momento en el que pudiera correr y nunca mirar hacia atrás, soñaba con una vida en la que nadie supiera su nombre, el pensamiento siempre le hacía sonreír.
Fue difícil para ella aceptar su realidad, sentía tanto desprecio por cada aspecto de ella. A Kennedy le encantaba vivir en su cabeza, soñando con los tiempos que solían ser. Ella era una soñadora de corazón, no muchos lo sabían excepto sus amigos más cercanos. Era un reemplazo del sueño, era una escapada a la que podía escapar durante el día. La realidad en la que se encontraba la hacía estar en un constante estado de pánico, por una vez en su vida solo quería ser libre. Kennedy quería sentir la descarga de adrenalina a través de sus venas mientras hacía algo que se suponía que no debía hacer. Pero eso no estaba en las cartas en este momento, estaba atrapada deseando que algo o alguien la empujara hacia algo que pudiera hacerla sentir libre.
Ser despertada por un fuerte golpe en la puerta de su dormitorio no era exactamente lo que Kennedy había planeado en esta brillante y tranquila mañana. Ella realmente esperaba la actitud furiosa que emanaba de su madre. Kennedy le envió una mirada confusa y cansada. —¿Eh, hola?
—¿Qué diablos pasó en el Boneyard anoche?
Las cortas palabras de Cynthia hicieron que el cuerpo exhausto de Kennedy saltara, Kennedy le dirigió una mirada preocupada. —Nada demasiado loco, solo los pogues actuaron como psicópatas y sacaron un arma...
—¿Un arma? —Cynthia siseó sorprendida, Kennedy retrocedió un poco por su tono, sabiendo que le había dicho algo incorrecto a su madre—. Estaba hablando de ti y de Rafe.
