Capítulo 2.

37 5 3
                                    

Capítulo 2. "Chupamonedas"


O L I V I A

Sorbo la nariz y suelto sollozos lastimeros con voz bastante bajita. Derek suspira del otro lado del teléfono.

-¿por qué me haces esto Derek? ¿por qué me lastimas de esta forma? -hablo bajito, de forma apenas audible.

-Mira Liv, te tengo paciencia, juro que la tengo, pero odio cuando lloras por todo. No es para tanto, cálmate -. Intenta tranquilizarme fingiendo frialdad pero la preocupación se filtra en su oración.

Estoy empezando a frustrarme, y temo la emoción se convierta en enojo. Me está costando demasiado ablandarlo y hacerlo ceder, por lo general, a estas alturas, ya debería de haber caído, pero hay algo en su mente que le impide concentrarse del todo y yo me estoy quedando sin lágrimas que soltar.

Me toca recurrir a lo último que me queda.

-Bastardo infeliz -le grito.

-Cielo, agradece que no te estoy botando de mi vida, te repito, no es para tanto.

-No me estás botando de tu vida pero si de tu hogar ¿no? y no ha pasado ni una semana desde que dijiste que me querías-escupo con resentimiento.

-y lo hago, pero ya dije que te puedo conseguir un empleo. En mi piso ya no te puedes quedar.

-¿Y yo para qué carajos necesito un jodido empleo si te tengo a ti? -frunzo el ceño y cambio el teléfono público de mano porque ya empiezo a cansarme.

-El empleo te va a servir para salir de tu burbuja privilegiada, cariño, lo necesitas. Ya es hora de que alguien te muestre que no puedes tener lo que quieras sin hacer nada y si esa persona voy a ser yo, pues que así sea.

-¿sin hacer nada? ¿acaso esto es un reproche? -gruño- no sé si lo olvidaste pero trabajaba en el banco, no me la pasaba holgazaneando.

-¿acomodar papeles te parece justo para la cantidad de lujos que tenías? No.

-¿Esto lo haces por tu papá o por ti?

Suspira.

-Mira cielo, tengo irme-evade la pregunta- dime en dónde te estás quedando y te envío un celular para estar en contacto.

Le dicto el hotel y el número de habitación y me limpio la nariz con una mano. Me siento molesta, pero eso ya es por mi, él tiene razón y odio que así sea.

-No va a tardar, estate pendiente que llegará en menos de 3 horas -vacila -se que ahora no lo entiendes pero hago todo esto por tu bien, mi papá solo me dio el empujón que necesitaba para actuar

suspiro

-Te quiero -me llevo la uña del pulgar a la boca y la mordisqueo, nerviosa por su respuesta.

-Igual te quiero, cuídate -y cuelga.

Alejo el teléfono de mi oído y lo coloco en el sostén de la cabina pública. Me limpio el sudor de la mano en el pantalón de pijama.

Me quiere, y no sé si eso es algo bueno o malo, bajo mi contexto de chupa monedas es genial pues de esa forma puedo sacarle más cosas pero admito que me asusta y la ligera culpabilidad me está abordando.

Derek Harris.

Hace unos años, cuando yo aún iba a la preparatoria, en Literatura dejaron un ensayo de proyecto final y era en equipo, y cómo no, uno de los integrantes con los que me tocó fue el desgarbado, intenso e inteligente niño nerd del salón. Era aburrido muy, muy aburrido, pero sus padres estaban forrados de dinero, básicamente cagan plata.

Avaricia © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora