Capítulo 19: "Dos frentes"

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Zane no durmió muy bien la noche anterior no tanto por el hecho de que su excesivamente enorme cama en el Palacio Imperial de Nova Terra no le resultara cómoda, ni muchísimo menos. No, era otra razón la que le había dado un mal sueño anoche pues fue la primera noche en mucho tiempo en la que Zia no estaba a su lado. Despertar y no ver esos ojos dorados que lo observaban con curiosidad lo hacía sentir... incompleto. Pero, sin importar este "detalle", el Emperador debía cumplir sus obligaciones, preferentemente con buena cara, y ese día no sería la excepción. Aún sin Zia, su trabajo debía continuar.

Mientras tanto, muy lejos de allí, Zia tampoco estaba de muy buen humor. Estaba "sufriendo" casi el mismo sentimiento que Zane, solo que a una escala completamente diferente. Zia estaba incompleta desde hace ya demasiado tiempo por demasiadas razones distintas. Pero esta pieza faltante le tocaba muy cerca de un corazón que hasta hace poco hubiera jurado que jamás tenía.

Decidió que finalmente era hora de abandonar la pequeña aunque reconfortante habitación que habían preparado para ella. Habían partido cubiertos en el manto nocturno de la zona de Nova Terra donde el Palacio Imperial se encontraba y el resto de la tripulación decidió que sería buena idea que la Emperatriz descansara un poco mientras llegaban a su destino, algo completamente innecesario considerando que Zia no necesitaba dormir... aunque eso muy pocos lo sabían. Había estado fingiendo todo ese tiempo, haciendo como que dormía cada vez que alguien se acercaba a su puerta pero ya había fingido por suficiente tiempo así que, al fin, salió.

La "Concordium" era una nave pequeña y rápida, pensada para viajes diplomáticos y disponía de aposentos cómodos tanto para la tripulación como para los dignatarios que estuviera llevando y una sala de reunión pero carecía en lo absoluto de capacidades defensivas u ofensivas. Zia había elegido esa nave para su "escape" por dos razones. Primero, por su rapidez y, segundo, porque no esperaba encontrar ningún riesgo, al menos hasta llegar a su primer objetivo. Solo los miembros de la tripulación de la "Concordium", Zane y Vic conocían lo que iba a hacer y era preciso, al menos para ella, mantener sus movimientos en secreto.

Se dirigió hacia el puente, donde casi toda la escasa tripulación de quince personas estaba reunida.

-Capitán Testa, informe- solicitó Zia.

-Me alegra verla despierta, Su Majestad. Estamos a punto de llegar- anunció el capitán- Un par de minutos más y habremos arrivado a nuestro objetivo.

Romeo Testa era un viejo piloto. Durante mucho tiempo fue profesor de la Academia de Pilotos Imperiales, una de las múltiples instituciones de este estilo pensada para instruir a los futuros pilotos de cazas. Pero un reciente accidente lo dejó inmovilizado de una mano y virtualmente incapaz de seguir ejerciendo su profesión. Aún así, el respeto y cariño que se había ganado en generaciones enteras de pilotos le garantizó un puesto como capitán de la "Concordium" en donde no tendría ya la necesidad de usar de usar sus manos, solo su voz. Era una forma de retiro "poco honroso", en su opinión, pero sencillo y bien recompensado.

-Bien- dijo Zia- Recuerden. Vuelvan a Nova Terra una vez me hayan dejado allí. Iré a mi otro objetivo en otra nave. Y ni una palabra de lo que saben.

-Aún so pena de muerte, ninguno dirá una sola palabra, Su Majestad. Eso puedo asegurarlo- prometió Testa.

-Eso espero, capitán- sentenció Zia.

Arribaron al sistema Durigan poco después. A primera vista, el sistema no tenía nada de especial. La presencia del Resto Imperial allí se había limitado a una estación espacial automatizada cerca de la estrella, una supergigante azul, y unas pocas estaciones mineras. Sin embargo, había una cosa más en ese sistema. Una luna tóxica orbitando un gigante gaseoso en la cual podían verse claros signos de construcciones en la superficie. Fue necesario que se acercaran para poder verlo más de cerca.

La Guerra FatricidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora