Capítulo 12: "La Invasión de Orcalia"

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A pesar de que lo que sea que le hubiera hecho Zia había provocado que Zane durmiera sin sueños, cuando se despertó a la mañana siguiente tenía la sensación de que no había dormido absolutamente nada. Le echó la culpa de todo a los nervios, al fin y al cabo dentro de pocas horas se subiría a uno de esos transportes clase "Tumultus" para participar de la primera invasión planetaria propiamente dicha llevada adelante por el Resto Imperial. El solo pensar en esto le provocaba mareos y dolores tanto en la cabeza como en la panza, tanto era así que cuando les llevaron el desayuno a la habitación se limitó a mirar su taza de café y las facturas que les habían traído sin tocar nada mientras que Zia, sentada frente a él, estaba disfrutando como si nada fuera a ocurrir.

-Oye, no puedes quedarte sin comer nada, el desayuno es la comida más importante del día- dijo ella- Rápido, se te enfriará el café.

Zane decidió hacer como que no la había oído. Estaba inmerso en sus propios pensamientos y estos iban y venían entre lo que ocurriría dentro de poco y lo que había pasado la noche anterior. Desde que despertó no había sido capaz de mirar a Zia a la cara sin recordar el beso que ambos habían compartido y eso lo ponía a la vez nervioso y entusiasmado por razones que no era capaz de explicar. Se suponía que su "relación" no era más que un invento, un teatro que ellos mismos habían montado para engañar a todo el mundo hasta que estuvieran listos para asumir el control total y hacer lo que quisieran. Pero conforme pasaban las horas (ni siquiera los días, horas) Zane se veía invadido cada vez más por un sentimiento que nunca había sentido antes por ninguna otra persona: Zia le era imprescindible. Apenas si recordaba vagamente todo lo que había vivido antes de que la encontraran en esa instalación abandonada del Imperio de La Tierra y, sin embargo, cada momento que había vivido juntos a ella a partir de entonces estaba tan vivo en su memoria que casi parecía que habían sido grabadas a fuego y definitivamente no era porque fueran los recuerdos más recientes. Había algo en Zia... o algo en él... o algo en ambos que parecía tratar de forjar un especie de lazo invisible entre los dos... o, quizás, reforzar uno que ya existía desde hace mucho, mucho tiempo atrás...

Aún estaba pensando en todo esto y más cuando notó que una de las facturas se había elevado en el aire por si sola y estaba "golpeándolo" cerca de la boca, como pidiendo permiso para entrar. No tuvo que hacer mucho trabajo de deducción para darse cuenta de que era Zia quien estaba provocando esto.

-Vamos, abre la boquita- dijo ella en tono infantil- Di "Ahhhh".

Esa actitud le resultaba molesta y divertida a partes iguales pero por más que quería negarse y decir que no les gustaba que le trataran como a un niño, simplemente no podía decirle que no a Zia cuando lo miraba con esa cara. Así que se limitó a abrir la boca, dejar que parte de la factura entrara en su boca y darle un buen mordisco.

-¿Ves? No ha estado tan mal. A todo esto, ¿qué te pasa hoy?- preguntó Zia- Entiendo que estés nervioso por la invasión pero tampoco es cuestión de que te mates de hambre.

-Es cierto que lo de la invasión me preocupa pero... no es lo que más me preocupa ahora- respondió Zane- Necesito hacerte una pregunta.

-Pues adelante, pregunta- dijo Zia.

-¿Por qué estás actuando... así tan repentinamente?- preguntó Zane.

-¿Así cómo? Si no eres específico no podré contestarte- respondió Zia.

-Así de...cariñosa, supongo- dijo Zane- Quiero decir, has estado muy... ehh... cercana, por así decirlo. Más de lo normal, quiero decir. Y lo de anoche... lo de... ya sabes... el... beso...

-Zane, creí que la razón por la que hago todo eso era bastante obvia- lo interrumpió Zia, sin dejar de sonreír.

-Pues... para mi no lo es- repuso Zane.

La Guerra FatricidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora