» ¿Estás buscando un dulce cuento de hadas? Bueno, este no es el caso. «
═ Cuando el joven príncipe del mar vio a aquella humana, sintió algo extraño en él, algo nuevo y... peligroso. ═
Género: Fantasía, romance, transmigración, terror.
La marea esta subiendo y las olas golpean con fuerza las costas,
escóndete querida princesa que los mares están furiosos,
cuando el viento salvaje rompa tus velas no podrás correr más,
cubre tus oídos o me temo que te arrepentirás por todos los tiempos.
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Las nubes blancas decoraban los cielos azules, y el viento de verano le movió sus cortos cabellos rubios.
—Su alteza siento decirle que sus padres no han aprobado su solicitud para viajar—Su sirviente personal le dio una reverencia.
—Está bien, Zachari sabía que ellos harían eso—Alexandra miro a la mujer pelinegra frente a ella, restándole importancia a lo antes mencionado mientras jugaba con su pluma.
—Continúa con los preparativos, esta noche los convenceré, no te preocupes por lo demás, ¡oh! Y menciónale a Fanny que prepare mi caballo—Se quitó la tiara de esmeraldas entregándosela a Zachari, su padre había insistido desde su infancia que ella debía usarla continuamente para que se acostumbrara a ella, y porque cuando fuera emperatriz tendría que utilizar la corona como si fuera una parte más de ella.
"Tonterías de la realeza" Pensó ella cuando le expresaron aquello, pero debía cumplir con las órdenes de sus padres.
Pronto cumpliría 18 años en este mundo, había sido bastante difícil para ella acostumbrarse, y no, claro que no era porque ella extrañara su vida pasada.
De hecho, no le agradaba demasiado recordar su vida en ese otro mundo, una chica solitaria, con una familia abusiva y sin nadie con quien contar realmente, pero que no había sido lo suficientemente valiente para acabar con su vida, así que rezo cada noche por la pronta muerte, y gracias a los cielos tiempo después se cumplió.
Cuando despertó en este mundo se arrepintió de que todo no hubiera acabado, sin embargo, cuando vio las expresiones de felicidad de sus padres por primera vez todo eso desapareció, era la primera vez que se sentía amada.
Así decidió que si el mundo le había dado una nueva vida no había tiempo para desperdiciarla, que en este mundo sin duda alguna sería feliz.
Alexandra nunca esperó que este mundo fue muy diferente al suyo, no obstante cuando creció más y pudo al fin salir de la habitación luego de meses de su nacimiento lo descubrió.
Este mundo que aún existía la monarquía como forma de gobierno predominante por no decir total.
Y si fue algo decepcionante para ella, no estar en un mundo donde se podía manipular la magia a voluntad, como en las caricaturas y películas.
Claro, a excepción de las extrañas criaturas que pocas veces aparecían por los bosques más profundos y que la mayoría del tiempo se la pasaban escondiéndose de los de su raza y que por fortuna o desgracia ella nunca había visto.
Pero no, eso no fue lo más impresionante, para ella lo fue el cambio de los roles de género, sí, claro que en su mundo no era algo raro observar a alguien haciendo esto, pero estaba algo orgullosa de mencionar que en su mundo había más igualdad de género que aquí.
Sí, en este mundo donde se le consideraba a los hombres inferiores a las mujeres, y donde solo las féminas podían aspirar a altos cargos, mientras que los hombres debían encargarse del cuidado del hogar, los hijos y lucir hermosos para sus esposas.
Estaba agradecida de que su madre solo tuviera a su padre y no más concubinos o esposos como en los dramas, porque de haber sido así no sabría qué habría hecho con tal injusticia, y cuan difícil sería vivir hasta ahora.
Ahora tenía el amor familiar que tanto deseaba, pero no podría decir lo mismo cuando contrajera nupcias.
Sus padres estaban presionando para que eligiera a un hombre como su esposo, y no solamente ellos toda la corte y los nobles.
Simplemente, quería descansar un momento y ¡qué mejor ocasión que en su cumpleaños! Disfrutando en aquella residencia junto al mar, lo bastante apartado de la capital como para que hiciera lo que quisiera.
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Así que luego de que esa noche convenciera a sus padres en la cena de cumplir con lo que ella quería, Alexandra A Septentrione Dahlia partió en su carruaje al lugar que sin su conocimiento sería su perdición.
