» ¿Estás buscando un dulce cuento de hadas? Bueno, este no es el caso. «
═ Cuando el joven príncipe del mar vio a aquella humana, sintió algo extraño en él, algo nuevo y... peligroso. ═
Género: Fantasía, romance, transmigración, terror.
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—Luce realmente hermoso en ti.—Alexandra sonrió frente al joven peliblanco que mostraba orgulloso un collar de pequeños caracoles marinos.
—Amo las joyas preciosas, pero también los sencillos adornos marinos.—Las suaves manos del hombre tocaron el objeto en su cuello.
—Lo he notado, parece como si tú y el mar fueran parecidos, ambos tan misteriosos y al mismo tiempo tan agradables.—Alexandra miro el agua que corría bajo el puente en el que ambos estaban sentados—
—Me alagas demasiado, estoy seguro de que de todos los jóvenes en el castillo soy el menos interesante, no soy tan refinado como ellos, ni tengo la sabiduría que ellos tienen.—Denizin rio suavemente recogiendo un mechón de su cabello detrás de su oreja.
—Puedo darte mi palabra, de todos ellos tú brillas más que mil estrellas.—Había algo en los ojos de Alexandra al pronunciar esas palabras que dejo sin aliento a Denizin, algo real y auténtico que deseo conservar para siempre lejos de esta mundanal vida.
—Guau~—El repentino ladrido robo la atención de ambos.
—Hola amigo—La rubia sonrió amablemente a la criatura peluda que corría en dirección a ambos.
La horrible sorpresa en su rostro paso desapercibida por la mujer cuando esta se arrodilló y abrió los brazos al animal que corrió sin dudarlo hasta estrellarse contra ella y lamer con emoción la mejilla de Alexandra.
—¿Cómo has estado hermoso? Ho, yo también te he extrañado—Río Alexandra, aun con el animal en brazos, se levantó y lo mostró al peliblanco.
La emoción de la mujer era palpable en el aire. Y él no podía estar más ofendido de que la sola presencia de esa cosa lograra eclipsarlo y robarle la atención de la rubia.
—¿Qué es eso?—Señalo con su dedo a la criatura, siendo olfateado brevemente por el animal.
—Es un cachorro—Pronuncio al mismo tiempo que la cosa en sus manos comenzó a ladrar con rabia, como si su vida dependiera de ello.
