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/ づ Atte. Ness
No importa si cruzo mil millas para encontrarte,
o que deba entregar mi alma para que estés en mis brazos,
sí tengo que vender mi corazón para volver a mirarte,
no importa...ya nada importa, puedes destruirme en pedazos.
✽◈◈◈◈◈◈◈◈◈◈✽
Ahogo un gemido bajo, mientras el barco se sacudía por las enormes olas, mi cadera había golpeado contra un barril con carga, dejando un dolor hormigueante en mi piel; sin embargo, era fácil olvidar el dolor cuando me enfocaba en el barco frente a nosotros, "El Tempesta".
—Dentro de poco los alcanzaremos, su alteza real—La decidida voz de la capitana la consoló un poco, la mujer había viajado por el mar durante años, y solo gracias a ella es que alcanzar el barco mercante resultaría posible.— Prepárense todos—grito alertando a la tripulación.
Pronto todos empezaron a tomar sus posiciones, ahora solo unos metros los separaban del barco mercante. La tripulación no era grande y ni hablar de sus propios soldados, la mayoría fue asignado al palacio en caso de que alguien planeara atacar nuevamente, si alguno de esos nobles caballeros resultaba lastimado causaría un completo caos en la corte.
Cuando regreso con su espada a la cubierta, el Tempesta ya había sido atracado, su tripulación luchaba con valentía; sin embargo, los de las islas del este nunca peleaban limpio, cada segundo era vital para rescatar a Deniz.
Con la capitana a su lado llegaron hasta una de las bodegas de cargamentos donde suponían habían puesto al joven albino.
—Haré guardia en la puerta, usted busque al joven príncipe—Alexandra asintió y comenzó a buscar, ahora se recriminaba a sí misma por tontamente pensar que dejarían al muchacho a plena vista, cuando se sabía bien que en las aguas de su nación era un crimen la compra, venta y secuestro de personas. Era obvio que si ellos planeaban transportar al joven hombre lo harían lo más sigiloso posible.
Cada segundo que movía las mercancías de un lado a otro y buscaba infructuosamente en baúles que solo contenían ropa o telas, su desesperación crecía bombeando la sangre en su pecho tan rápido que incluso juraría que podía escuchar sus latidos rugir como tambores.
—Deniz—grito exasperada.
—Deniz ¿dónde estás?—siguió buscando entre las mercancías, sus erráticos movimientos solo la desesperaron aún más, siempre fue una de las cosas que más odiaba de sí misma, jamás pudo trabajar bajo presión, sus movimientos solo se entorpecían más a medida que sentía que la situación era incontrolable y que podría aniquilarla en cualquier instante.
—¿puedes oírme?—escucho los pasos acercándose a la bodega, la habían escuchado, y ahora venían por ellos.
Los violentos movimientos de la embarcación la hicieron tropezar sobre una pila de costales con verduras que rodaron, dejando aquel rincón casi vacío.
"La tormenta está empeorando"Pensó y justo en ese momento escucho algo más, un ruido casi imperceptible y amortiguado.
—¿Denizin?— su voz salió como una súplica desesperada.
Espero un segundo y luego, ahí estaba de nuevo, aquel sonido parecía provenir debajo del montón restante de costales que ella tiró.
—Están ahí dentro—el grito de una mujer desconocida la puso de nuevo alerta, ya las habían encontrado y solo era cuestión de tiempo antes de que esas mujeres entraran.
Quito los costales que restaban, descubriendo un cofre, su corazón salto con renovada esperanza. Levanto la tapa y por fin en tantas horas pudo suspirar de alivio.
—Tranquilo, regresaremos a salvo a casa—susurro suavemente cuando vio las lágrimas en los ojos del joven, corto las cuerdas que tenían sujetas sus manos y piernas.
"Debió haber sido realmente doloroso para ti mi amor" Se lamentó cuando vio las marcas rojas que las cuerdas dejaron en su piel.
Denizin se incorporó frente a ella, finalmente le quito aquel trozo de tela de la boca y él no espero más para envolverla en un cálido abrazo.
—Creí que no volvería a verte— la hermosa voz del albino se cortó entre sollozos.
Alexandra sintió su corazón estrujarse en una bola de pura tristeza y decepción de sí misma, fue su culpa que él se viera envuelto en todo esto, si ella lo hubiera cuidado bien, él jamás tendría que haber pasado por algo tan horrible.
—Todo estará bien, ahora querido mío, ya estoy aquí y te prometo que jamás me volveré a separar de tu lado—acaricio su hermoso rostro y deposito un beso en su frente.
El cielo rugió ferozmente, justo encima de ellos y seguido de ello el sonido de pasos apresurados alejándose.
—Es hora de irse de aquí, su alteza—la capitana abrió la puerta y ambas se sorprendieron por ya no encontrar a nadie esperándolas.
—Démonos prisa—insto al joven a levantarse junto a ella, pero entonces un gemido de dolor la detuvo.
—Mis piernas...duelen mucho—confeso derramando más lágrimas.
—No te preocupes, yo te llevaré—tomo al joven en sus brazos y apresuro su paso hasta llegar a la capitana.
Fue casi en medio del pasillo cuando la mujer se detuvo a mirar alrededor por un segundo—hay humo, cubran su boca y nariz—ordeno cubriéndose con su manga al igual que ellos.
Cuando salieron a cubierta, Alexandra recordó aquellas clases en las que sus maestros hablaban del infierno, las llamas cubriendo el lugar, los gritos desgarradores y el asqueroso olor a carne quemada, supuso se vería como este lugar.
El puente que habían usado para llegar al Tempesta ya no estaba así que solo les quedaba saltar, primero lo hizo la capitana una vez que callo a salvo en el otro barco extendió los brazos lista para atrapar al muchacho.
Alexandra se acercó lista para lanzarlo, pero entonces una de las tablas de madera del piso se rompió enganchando su pie, provocando que el joven albino callera directo en el agua.
—Su alteza—grito la capitana cuando vio el enorme mástil caer envuelto en llamas rompiendo un costado del barco.
El enorme golpe logró agrietar las tablas del piso, cosa que aprovechó para intentar liberarse, podía sentir el abrazador calor de las llamas detrás de ella y el sudor cubriendo sus palmas.
La lucha desesperada llegó a su final, el potente rugido de un trueno la hizo temblar. Un rayo callo justo a su lado partiendo el suelo, permitiéndole sacar por fin su pie pero arrojándola al mar con la fuerza de las potentes olas.
Jadeo de sorpresa y su boca inmediatamente se llenó de agua salada. Lucho por salir, pero las potentes olas la golpeaban de un lado a otro, como en un juego de pelota, a cada momento la enviaban más y más profundo en el mar, miro hacia arriba buscando la sombra del barco en el que llego, pero ahora sin fuerzas parecía imposible llegar incluso a acercarse a él.
"Lo siento Zachari, creo que me iré dejándote demasiados problemas" Pensó sintiendo sus parpados tan pesados como el hierro.
Pero antes de ello una figura se acercó a él, una persona tan conocida y a la vez tan extraña, se parecía a Denizin, pero también se veía como una...sirena.
Tomo su mano y entonces las pocas fuerzas que le quedaban se esfumaron y todo se volvió negro, sin ruido, sin vida, sin nada.
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En el oscuro mar +18 "Saga Universos No. 1"
Fanfiction» ¿Estás buscando un dulce cuento de hadas? Bueno, este no es el caso. « ═ Cuando el joven príncipe del mar vio a aquella humana, sintió algo extraño en él, algo nuevo y... peligroso. ═ Género: Fantasía, romance, transmigración, terror.