Capítulo 1: Los Inicios de Suleimán

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Hace mucho tiempo en el año 1520, para ser exactos, en las tierras del Imperio Otomano un joven príncipe de 23 años montaba su caballo por los grandes bosques. Este príncipe era llamado Suleimán. Cuando montaba vio que unos guardias del palacio de su padre, el Sultán Selim I, cabalgaban hacia el. Cuando estuvieron frente al príncipe uno de ellos bajó de su caballo y le entregó una carta a Ibrahim, el mejor amigo del príncipe que estaba cabalgando junto a él. Después de leerla mira a Suleimán y le dijo:

-Señor, son noticias del palacio de Topkapi- le contó Ibrahim.

- Bien ¿Es de parte de mi padre? - preguntó Suleimán.

-No señor, es sobre su padre. El Sultán Selim ha muerto, ahora es su turno de ascender al trono.-

- ¿Qué dices?- dijo confundido.

-El sultanato de su padre llegó a su fin.- dijo Ibrahim- Desde hoy empieza el suyo,  el sultanato de Suleimán ¡Larga vida al Sultán Suleimán! - grito.

-¡Larga vida al Sultán Suleimán! ¡Larga vida al Sultán Suleimán!- repitieron reiteradas veces los guardias que los acompañaban.

-Felicidades su majestad- lo felicito Ibrahim.

-Gracias amigo. ¡Ahora al palacio!- gritó el Sultán.

Mientras tanto en un barco que se dirigía a Estambul, una joven ucraniana pelirroja, de tez clara y ojos verdes estaba sentada comiendo. Ella era Roxelana, quien había sido raptada por los Otomanos en un ataque en su pueblo. Cuando un hombre, que parecía importante, bajo ella empezó a hacer un escándalo para que la liberaran. Pero, pasó todo lo contrario, el hombre tomó un látigo y la golpeó hasta que cayó al piso. Ella no se rindió, tomo la sopa caliente y se la arrojo en la cara. Él se secó los ojos y llamó a dos guardias, ellos tomaron a Roxelana y la introdujeron en el calabozo del barco. Ella empezó a llorar y a recordar su vida en Ucrania con su madre y su novio Leo, mientras el barco se acercaba cada vez más a Estambul.

Luego de 1 año desde la coronación de el Sultán Suleimán el Magnifico, como le decían en el pueblo, y el nuevo cargo de Ibrahim Pashá (el Pashá es una autoridad muy importante para los Otomanos). Ambos caminaban por el pueblo cuando una mujer que corría se resbaló frente al Sultán y éste la atrapo. Ambos se vieron a los ojos hasta que ella los cerró, se había desmayado.

-Guardias, llevenla con el médico, que la examine por completo.- le ordenó a los guardias entregándoles a la joven.

- Como ordene sultán- le dijeron al unísono los guardias.

-El resto de nosotros volvamos al palacio- dijo Suleimán y todos lo siguieron.

Cuando llegaron al palacio el Sultán fue a ver a su madre, la sultana Ayse Hafsa, mejor conocida en el palacio como la Madre Sultana.

-Hola madre- la saludó al entrar.

-¿Por qué has demorado tanto en tu visita al pueblo?- preguntó la Madre Sultana.

-Una muchacha resbaló y cayó en mis manos. Le ordene a los guardias que la llevasen a ver al médico. Por ese motivo demore mucho.- le contó Suleiman.

-Mi león debes tener cuidado con los plebeyos.- le aconsejó su madre.

-No te preocupes estaré bien- le dijo y se marchó a sus aposentos.

Ahí se puso a pensar sobre la muchacha, en su cabello y en sus ojos de esmeralda, no podía dejar de hacerlo. El no sabia que sentía era la primer vez, en mucho tiempo, que él volvía a experimentar ese sentimiento.

-Es amor- se dijo así mismo. -Debo volver a verla- pensó. -¡Guardias! traigan a la señorita Firial.- grito. Luego de unos minutos tocaron la puerta.

-¿Quien es?- pregunto sentado en su cama Suleiman.

-Yo sultán, la señorita Firial.- le respondió ella.

-Ingrese- le ordenó.

-¿Me había llamado?-preguntó.

-Si, hoy me encontre con una señorita quien se desmayó y ordene que la llevaran al médico. Quiero que mañana vayas a ver como esta, me traigas su información y que si esta bien que la invites a vivir al palacio. Es una orden, si no la cumples, no te molestes en volver. ¿Entendido?- le explico.

-Entiendo su majestad- dijo y se retiró.

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