XII

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–Siendo honesto, sospecho que Louis sabe de tu poder.

Niall y Harry estaban conversando en el patio de la escuela por otra hora libre debido a que el profesor de biología se había ausentado por motivos personales. Algunos charlaban en los bordes con sus respectivos grupos y otros se habían reunido en el centro para armar un pequeño partido de fútbol, entre ellos estaba Louis incluido.

Harry se vio obligado a negar, en un rotundo desacuerdo con lo oído. Era imposible, nadie podría saberlo. Nunca había dado ningún indicio de nada, siempre había sido demasiado cuidadoso con sus movimientos, la posibilidad era realmente ínfima. A la vista de todos, él simplemente era un joven atractivo e inteligente, el hijo que todas las madres querían. Nadie sospechaba que haya algo raro detrás, era algo que con un poco de suerte y esfuerzo se podía lograr igualar.

–Chico, seamos sinceros. Lo que me contaste de que prácticamente altera el tiempo, el hecho de que cada vez que le hagas alguna broma él te lo devuelve de alguna forma, simplemente tiene lógica. O sabe de ti, o él también tiene tu súper poder.

Harry lo pensó un momento, pero luego volvió a negar con una sonrisa, como si hubiera sido tonto siquiera ponérselo a pensar.

–Hey Styles, nos falta uno, ¿Quieres jugar? – Louis interrumpió, por supuesto que era él.

El joven rizado iba a negar, pero Niall lo miró acusadoramente para obligarlo a participar. No había que saber leer mentes para saber la obvia intención del rubio: jugar al fútbol con él nuevamente y ver los cambios que el nuevo hiciera. A simple vista no parecía un mal plan, era algo sencillo de hacer y sin riesgo aparente, así que a duras penas terminó aceptando.

Se levantó y, con un leve asentimiento, se dirigió al grupo que lo observaba con alegría. Se separaron en dos equipos, todos emocionados al ver nuevamente el enfrentamiento "Louis contra Harry" que habían quedado casualmente como rivales otra vez.

Una persona aleatoria inició el partido, y las cosas no pintaban bien para el equipo de Louis. Un uno a cero adornaba con tiza el suelo en el que anotaban los goles cometidos. Porque a lo pocos minutos, Harry ya había sido el protagonista del primer punto, sin necesidad de alterar el tiempo. No era completamente dependiente de su poder, podía hacer los goles y atajar sin necesidad de hacer nada sobrenatural por detrás, solamente le gustaba de vez en cuando tener una pequeña ayuda, un empujoncito para sus malos días.

Con el paso de los minutos la cosa se comenzaba a transformar en algo más seria, varios roces desesperados comenzaban a destacar en el equipo de Louis tratando de apropiarse de la bola. Harry tenía ganas de reír, nada fuera de lo normal estaba ocurriendo, y todo pintaba de buena manera para él, tenía todas las de ganar. Pero en uno de esos forcejeos, Louis fue el ganador de la pelota y se propuso avanzar a toda velocidad, burló la defensa del equipo contrario y en un movimiento casi experto logró apuntar y disparar al arco, sin que el arquero pudiera hacer nada para evitarlo.

El tiempo avanzaba y todo se ponía más tenso. Ahora ambos equipos estaban teniendo choques y roces por la tenencia del balón. Los movimientos comenzaban a tener una intención más bruta, y una de esas luchas terminó como falta dentro del área. La cancha se dividió según el lado que creían conveniente, unos gritando que era penal mientras que otros insistían en que no había sido nada. Finalmente, quien hacía de árbitro decidió dar por válido el penal.

Harry se quejó e insultó, pero terminó por ceder frente a la insistencia de su equipo.

–Styles, ve tú al arco– Quien hacía de arquero se retiró los guantes y se los entregó a su compañero.

Harry no se hizo rogar, después de todo estaba de acuerdo con la elección que tuvo, así que sin más se dirigió al arco mientras que se colocaba los guantes en ambas manos. Mientras que su equipo estaba preparado, el grupo contrario no parecía estarlo, de hecho, una nueva disputa parecía suceder en aquella mitad de la cancha. Louis y Jack, dos de los mejores jugadores, discutían sobre quién debía de patear el balón. Todos estaban de acuerdo en que el nuevo sea el autor del gol, pero Jack, quien había sido la victima de la falta y tenía un orgullo inquebrantable, insistía en querer ser él. Louis negó, pero comprendió que sería imposible para él hacerlo cambiar de opinión, así que simplemente se retiró de allí hacia el costado del arco para supervisar la próxima jugada.

Es cuestión de tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora