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El sonido del timbre retumbó por toda la institución y el bullicio poco a poco comenzó a disminuir. Una joven docente de pelo rojo dio tan solo un paso dentro y el salón quedo en un silencio digno de un sepulcro.

La clase se desenvolvió de una forma normal, la profesora explicando el tema principal, anotando palabras o frases claves en el pizarrón con flechas raras entre sí, mientras que los alumnos prestaban atención y asentían con la cabeza a cada pregunta a pesar de no entender realmente a lo que se refería.

Con el tocar de la campana todos salieron disparados hacia el patio como si de resortes se tratasen, el primer recreo había llegado. El bullicio llenó el aire y los grupos se mezclaron entre sí para tener una agradable conversación con sus amigos de otras edades, como era el caso de Louis. Resulta ser que el joven había ganado una gran fama en la mayor parte de la institución por sus dotes futbolísticos, y su popularidad llegó al pico máximo cuando se corrió la voz de su victoria frente al mismísimo Harry Styles. Varios adolescentes de distintas edades habían comenzado a acercarse con el fin de ganar cierto poder. Si lograban ganarse la amistad del joven dotado y conseguían pertenecer a su grupo, tendrían la popularidad asegurada. Y es así que el castaño no pasaba ni un recreo solo.

Harry solamente miraba con recelo la situación. El chico no había durado ni una semana y ya le había robado el lugar en el pedestal de la escuela. Aquel lugar que se había ganado repitiendo las cosas una y otra vez hasta alcanzar la perfección. Simplemente no era justo, parecía una situación irreal.

–Harry, deja de mirarlos– Le susurró Chloe, quien estaba al tanto del sentimiento de odio retenido que el rizado contenía en su interior.

–¡Pero mira con quién está ahora! ¿Qué demonios hace Dylan con él?

Harry seguía con la mirada fija hacia Louis, el cual sonreía amablemente al nuevo chico que se le había acercado para charlar. En sus ojos se formaron unas pequeñas arrugas que solo se marcaban cuando hacía aquel gesto. Y su cuerpo se movía por resultado de lo inquieto que era para hablar, en especial por la mímica inconsciente que hacía con las manos para acompañar sus palabras.

En algún momento de la conversación Louis desvió la mirada de su compañero y se encontró con el profundo verde que le permanecía al rizado. Fue un momento muy efímero, pero a ambos le cambió el estado de ánimo. Harry pasó de enojado a completamente ruborizado, a pesar de seguir manteniendo el ceño fruncido. Por el otro lado, Louis solo sonrió con un poco de soberbia y siguió con lo suyo.

–Ya sabes que Dy tiene problemas en matemática y, según se corrió la voz, Louis es muy bueno. De hecho, si mal no recuerdo tiene el mejor promedio de la ciudad de la que vino. Seguramente sólo le está pidiendo una mano, no todo gira en torno a ti– Niall trató de calmarlo y alejarlo de allí. Sabía que el rizado podía ser un poco intenso con sus emociones, en especial con la envidia o la furia, así que se dispuso a distraerlo para evitar una escena entre los dos que termine con una posible sanción.

–¿Y por qué no me la pide a mí? ¡Yo también tengo el mejor promedio de aquí! Incluso debo tener más que él, yo podría ayudarlo.

El rubio no pudo estar más arrepentido por su elección de palabras.

–No lo sé Harry, ¿Podemos irnos de una vez?

El timbre sonó como por obra del destino y Harry se vio obligado a ceder. Bufó molesto, pero acompañó a su amigo hacia el salón, donde una profesora rubia teñida y ojos verdes los esperaba con unos papeles guardados en un folio transparente.

–Oh no– Susurró Niall al leer las palabras escritas con fibrón sobre la superficie del pizarrón.

–Oh si– La docente respondió al haber oído el pequeño sonido de preocupación, con una sonrisa acompañando su expresión– Día de evaluación– Leyó el título que había escrito a la vez que subrayaba con la fibra las palabras.

Es cuestión de tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora