En pocas ocasiones se ha sentido tan desorientada al despertar, tan terriblemente inclinada a cerrar los ojos y continuar durmiendo a pesar de que su alarma no deja de sonar. Estira su mano a la pequeña mesa junto a la cama y de pura casualidad encuentra su celular, pero, aunque presiona los botones laterales no hay manera de hacer que la alarma deje de sonar, martillándole la cabeza.
El pitido es tan intenso, tan insoportable, que Kasumi termina levantándose de la cama en busca del sitio del que proviene y se encuentra a sí misma en un sitio que apenas reconoce. Del otro lado de la cama suena la alarma de otro celular y al desactivarla, se da cuenta de que hay alguien en el baño, tomando una ducha.
Como si un rayo la partiera en dos, recuerdos difusos de la noche anterior empiezan a llegar desordenadamente a su mente y termina mirando lo que trae puesto, que no recuerda haberse vestido.
Cuando la puerta del baño se abre, Kasumi está esperando que alguien considerablemente más alto salga de allí y dirige su mirada a lo más alto de la puerta, pero se ve forzada a bajar la vista para encontrar a Momo, secándose el cabello con una toalla. Un suspiro sale pesadamente de sus pulmones, al menos no fue tan estúpida para volverse a acostar con Satoru considerando todo lo que pasó.
—¿Qué tal esa resaca? —pregunta Momo, caminando hasta tomar su celular para revisar sus mensajes.
—Necesito agua.
—Saca lo que quieras —dice, volteándose apenas a una pequeña nevera—. La cuenta la pagará Gojou Satoru así que pedí servicio al cuarto.
Kasumi abre la boca para recriminarle, pero finalmente termina tragándose sus palabras, sabe bien que poco efecto surtirán en ella y el tremendo resentimiento que guarda por Satoru.
Ligeramente avergonzada se levanta en pijama y toma una botella de agua que se bebe casi por completo y luego voltea al desayuno que yace sobre la mesa. Apenas es capaz de morder una tostada untada de mermelada y voltea insegura a Momo.
—¿Utahime-sense...? —pregunta al borde de tartamudear.
—Tuve que explicarle la situación. No tenía mucho sentido que repentinamente tengamos una suite...
—¿Qué... qué fue lo que dijo?
—Si tenía algo que decir, probablemente se lo haya dicho a él.
Kasumi se deja caer contra el sofá, abandonando por completo la tostada para llevarse ambas manos al rostro, apenas logrando ocultar toda la vergüenza que le llena cada poro. Las orejas le arden de vergüenza, ni siquiera cree que tendrá el valor de salir por el umbral de la puerta sintiendo anticipadamente que todos están al tanto de su desliz.
Si alguien dudaba sobre quién era la alumna que Gojou Satoru se tiraba cinco años atrás, ahora lo sabe con más certeza de la que le gustaría.
¿Cómo podrá sostenerle la mirada a alguien el resto de la mañana? ¿Cómo podrá mirar a Utahime?
En este momento desearía ser de esos ebrios que olvidan todo al día siguiente, cada indiscreción o cada palabra vergonzosa salida de lo más profundo de su mente. Lastimosamente, cada segundo que pasa una nueva escena se cuela en su mente y cada dialogo revive en su interior trayendo consigo sino más vergüenza.
—Apresúrate, nuestro vuelo sale en una hora y media —le dice Momo mientras se viste y cepilla su cabello.
Con un nudo en la garganta, ve de reojo a su amiga, incapaz de sostenerle la mirada y con las mejillas profundamente abochornadas. El pecho se le hunde mientras piensa en todas las cosas que le dijo a Satoru la noche anterior.
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Secuelas de shibuya
RomanceContinuación de Desencanto. Gojou Satoru sale del sello de la prisión confinadora para encontrar a Miwa Kasumi, tratando de reconstruir lo que ha quedado de Japón después de años de pelear contra maldiciones. En su búsqueda de reconquistarla, encuen...