𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 22

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El aire mecía la falda de mi vestido verde mientras yo caminaba rumbo a la casa de Shin. Llevaba un vestido corto de color verde claro, con tirantes delgados que se ajustaban cómodamente sobre mis hombros. El diseño ceñido en la cintura realzaba mi figura, mientras que la falda con un ligero vuelo se movía grácilmente con cada paso que daba.

El día era cálido y soleado, y sentía cómo la brisa fresca acariciaba mi piel, brindándome una sensación de libertad y tranquilidad. Los rayos del sol se reflejaban en la tela suave del vestido, dándole un brillo delicado.

Cuando llegué, fui recibida por el abuelo, quien me dijo que los chicos estaban en la sala a excepción de Shin, quien había ido a buscar a la chica y su primo. Entré a la sala y vi a Emma, Mikey, y Draken jugando animadamente a "Uno", mientras que los otros tres mayores estaban sentados alrededor de la mesa.

Shin me había dicho que viniera porque la chica quería presentarme a su primo, "mi supuesto amigo". Después de un rato, escuché la puerta principal abrirse. Dejé de prestar atención al juego de cartas frente a mí y dirigí mi mirada hacia las personas que ingresaban a la sala.

Mi corazón dio un salto de alegría cuando vi a Leonardo entrando. Sonrió al verme y yo me levanté rápidamente, dispuesta a darle un abrazo. Desde que volví de Nueva York, no lo había visto, ni siquiera me había escrito.

—¡Hola linda! —me recibió con los brazos abiertos, envolviéndome en un abrazo cálido. Una sonrisa se dibujó en mis labios.

—¡Hola, Leonardo!

—W

Observé desde la distancia cómo ella abrazaba a ese tal Leonardo. Un destello de molestia cruzó mis ojos al verlos juntos. Aunque intentaba mantener una actitud relajada, una punzada de incomodidad y molestia me atravesó al presenciar ese abrazo.

Mi mirada se clavó en ellos, intentando desentrañar qué significaba ese gesto para ella. Mi corazón latía más rápido, mezclando celos, confusión y quizás un atisbo de dolor. Observé cada gesto, cada intercambio de miradas entre ellos, buscando desesperadamente alguna señal que me diera respuestas, pero no encontré nada.

Me acomodé en el sofá, intentando ignorar el torbellino de pensamientos en mi mente. Me repetía a mí mismo que no me importaba, que mi indiferencia era genuina. Pero en el fondo, cada gesto entre ella y Leonardo hacía tambalear mis propias emociones. Sentimientos que había enterrado bajo una fachada de desinterés.

Un suspiro de resignación salió de mis labios al ver cómo ellos se separaban, ella aún radiante de felicidad. Las cosas entre ella y yo habían cambiado desde que le dejé claro que no éramos realmente amigos, aunque ahora me daba cuenta de mi error.

En los días siguientes, su actitud hacia mí se había vuelto fría y distante, las sonrisas que me daba ahora eran solo muecas de disgusto o simplemente ignoraba mi presencia.

Observé con amargura cómo Leonardo se acercaba descaradamente a su oído, susurrándole algo que la hizo sonreír y asentir con complicidad.

—Entonces, ¡sí se conocían! —exclamó Shin con una sonrisa de complicidad.

—La conocí en Nueva York, solía llevarla a casa después de salir de fiesta —respondió Leonardo con una calma que me crispaba los nervios.

—¡Oh, eras tú! —Shin parecía sorprendido, pero su expresión rápidamente se tornó juguetona.

¿shin sabía de esto y no me lo dijo?

—Así es, era yo —confirmó Leonardo, sin perder la compostura.

—Tengo planeado algo para nosotros hoy —intervino la chica que salía con Shin, rompiendo el hielo con entusiasmo

— Pero antes, quiero presentarles a Rosé.

𝘓𝘰𝘷𝘦 𝘣𝘦𝘺𝘰𝘯𝘥 𝘵𝘩𝘦 𝘺𝘦𝘢𝘳𝘴 | 𝘞𝘢𝘬𝘢𝘴𝘢 𝘐𝘮𝘢𝘶𝘴𝘩𝘪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora