𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 19

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Al salir de la casa de Senju, sentí el aire fresco de la mañana acariciar mi rostro, despejando los últimos rastros de sueño. La calle estaba tranquila, solo se escuchaba el canto de algunos pájaros y el leve murmullo de la ciudad despertando. Empecé a caminar, tratando de organizar mis pensamientos y emociones.

Cuando llegué a casa, vi dos motos estacionadas afuera. Entré y me dirigí a la sala, encontrándome a Izana y a los Haitani. Ellos me saludaron y yo hice lo mismo.

—La abuela volvió a hacer galletas, te dejó unas cuantas en la cocina —dijo Ran con una sonrisa.

—¡Gracias! Subiré a tomar una ducha y vuelvo enseguida —respondí, apresurándome hacia las escaleras.

Subí corriendo a mi habitación, pero antes de entrar, una mano me detuvo.

—¿Dónde estabas? ¿Por qué no viniste a dormir? —era Ban, su voz cargada de furia.

—Eso a ti no te interesa —contesté, tratando de zafarme.

Ban me miró con rabia y apretó más su agarre.

—¿Estabas con el idiota al que no le interesas, no? —su voz se volvió más amenazante.

—Me estás lastimando, Ban, suéltame —pedí, sintiendo cómo el dolor aumentaba.

—¡Responde! —gritó, levantando una mano dispuesto a golpearme.

Cerré los ojos con fuerza, esperando el golpe que nunca llegó. Abrí los ojos y vi a Rin sujetando con fuerza la mano de Ban, una sonrisa peligrosa en su rostro.

Al parecer los gritos llegaron hasta la sala, porque Izana y Ran también estaban allí. Ran me tomó de las mejillas, buscando algún indicio de que Ban me hubiera golpeado, mientras que Izana examinaba la marca roja en mi brazo.

—¿Te crees que puedes llegar a su casa y levantarle la mano como si tuvieras algún tipo de autoridad en ella? —dijo Rin, su sonrisa ensanchándose mientras apretaba más fuerte.

Me quedé quieta, viendo la escena, hasta que escuché un crujido y el llanto de Ban no tardó en llegar. Rin lo soltó, todavía sonriendo.

—¡Rin! Te dije que frente a __ no! —reprendió Ran.

—¡Pero el imbécil la lastimó! —respondió Rin, sin dejar de sonreír.

Izana se acercó a Ban y le dio una patada en el estómago. Con una expresión intimidante, se agachó y le susurró algo al oído.

—Nena, ¿no ibas a tomar una ducha? —mi hermano se giró hacia mí con una sonrisa dulce.

—Sí, voy —asentí, todavía en shock por lo sucedido.

—Pasa entonces, te estaremos esperando aquí —dijo Izana, enderezándose.

Les sonreí y entré a mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí. Me apoyé contra la puerta, tratando de calmar mi respiración acelerada.

Me dirigí al baño y abrí el grifo de la ducha, dejando que el agua caliente fluyera. Mientras el vapor llenaba el cuarto, me desnudé lentamente, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a rodar por mis mejillas. La tensión de la confrontación con Ban, el miedo y la impotencia, todo se desbordó en ese momento.

Me metí bajo el chorro de agua, dejando que las lágrimas se mezclaran con el agua caliente, llevándose el dolor y la angustia.

Me quedé allí, permitiendo que el agua me envolviera, tratando de encontrar la paz que había perdido.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, cerré el grifo y salí de la ducha.

Me vestí rápidamente y salí de la habitación. Bajé a la sala donde ya me estaban esperando los chicos.

𝘓𝘰𝘷𝘦 𝘣𝘦𝘺𝘰𝘯𝘥 𝘵𝘩𝘦 𝘺𝘦𝘢𝘳𝘴 | 𝘞𝘢𝘬𝘢𝘴𝘢 𝘐𝘮𝘢𝘶𝘴𝘩𝘪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora