El viaje a Nueva York se acercaba y disfrutaba cada minuto de mi tiempo con los chicos, sin embargo, las cosas con Wakasa habían cambiado, después del beso, dejamos de hablar. No digo que antes habláramos demasiado, pero ahora parecía que trataba de ignorarme.
Ahora mismo, me encontraba en casa acostada en el sofá, mientras Leah estaba sentada en la alfombra leyendo un libro. Tomé mi teléfono y le escribí a Shinichiro:
—Hola, Shin.
—Hola, cielo, ¿pasa algo?
—Para nada, ¿estás en tu trabajo?
—Así es, hoy traje a dos pequeños ayudantes, por si gustas venir a verlos.
Sonreí al ver ese mensaje.
—Por supuesto, te veo en un rato.
Miré a Leah y le pregunté si quería acompañarme. Asintió emocionada y subió a vestirse, mientras tanto yo hice lo mismo. Cuando ambas estuvimos listas, salimos de la casa, no sin antes avisar que regresaríamos más tarde.
Mientras caminábamos, escuché una voz familiar. Miré a mi costado y vi a la novia de Wakasa con alguien más. No iba a hacer nada, era un asunto que a mí no me correspondía, sin embargo, me dio pena por Wakasa.
Seguimos caminando hasta llegar a la tienda. Sonreí al verlos a todos allí. Solté la mano de Leah cuando Takeomi se acercó a abrazarme.
—Qué bueno que llegas. Veo que trajiste compañía. Hola, Leah.
—Hola, Takeomi —ella sonrió amablemente en su dirección.
Leah se acercó a los demás y los saludó a todos, incluido Wakasa, quien sorprendentemente sí le devolvió el saludo. Shinichiro se acercó a mí, dándome un abrazo, y le indicó a Leah dónde se encontraban Emma y Mikey.
Ella corrió por el pasillo y luego escuché un grito. Mikey apareció corriendo.
—¡Una niña bonita se metió al cuarto! —solté una risa por su comentario.
—Es mi prima, Mikey. Se llama Leah, espero que te agrade.
—¡Hola, hermanita! —se acercó a abrazarme—. Ella es muy bonita, me gusta.
—¿Ah, sí?
—Sí, me agrada.
Él se alejó de mí y se fue de nuevo. Mientras tanto, tomé asiento para comenzar a platicar con ellos.
Cuando la noche llegó, llamé a mi tío para que pasara por nosotras. Después de un rato, vi cómo el vehículo negro se estacionaba fuera del lugar. Llamé a Leah, quien inmediatamente salió junto a los dos rubios. Me despedí de todos y salimos del lugar.
—¡Espero verte pronto, niña bonita!
Sonreí al escuchar a Mikey mientras que mi tío fruncía el ceño al escucharlo.
—¡Te veo después, Mikey!
Subimos al auto y mi tío comenzó a manejar, alejándonos rápidamente de allí.
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