Capítulo 12: Dieciocho

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La primera vez que Kyungsoo vio la página de inicio de Juilliard abierta en la computadora portátil de Jia, no le prestó mucha atención. Ella solo tenía diecisiete años, y él tenía tres reuniones consecutivas a las que asistir. Y ya llegaba tarde.

La segunda vez que vio un folleto de Juilliard guardado de forma segura en su mesita de noche fue cuando irrumpió en su habitación para recoger la tablet que le había prestado dos días antes y que ella todavía no se lo había regresado, lo miró con curiosidad. Luego, se distrajo con el desorden de tutús, zapatillas, bolsos y ropa en el piso, y exhaló por la nariz. Gritó su nombre tan fuerte que se sintió como si toda la casa comenzara a temblar.

La tercera vez que Juilliard llamó su atención, fue cuando él y Jongin estaban sentados en la cocina a altas horas de la noche. Los sonidos esporádicos de Jisu tocando su guitarra en el piso de arriba mientras se le ocurrían diferentes melodías eran débiles, el zumbido distante de la TV que alguien había dejado encendida llenaba el silencio en la sala de estar.

Él y Jongin estaban sentados juntos en la cocina, compartiendo un trozo de pastel directamente de la caja de delivery, riéndose en silencio por las desgracias de Sehun. Su amigo los había llamado hoy temprano desde un teléfono público – Dios sabe en qué parte de Europa – preguntando si podían comunicarse con Junmyeon por él y decirle que perdió su teléfono. No podían encontrar al otro. Jongin se estaba riendo del hecho de que esos dos se habían separado por un momento cuando generalmente estaban unidos. Kyungsoo se estaba riendo del hecho de que incluso después de todos estos años, Sehun sabía de memoria el número de Jongin y no el de su propio novio.

Su conversación luego se había trasladado a Europa, a los próximos espectáculos a los que tenían que asistir allí y a unas eventuales vacaciones familiares en las que podrían encajar allí. Hablaron de Venecia y Milán, de París o del sur de Francia. Jongin agarró su mano entonces, una chispa en sus ojos. '¿Te acuerdas de Ámsterdam?', preguntó, y el corazón de Kyungsoo se derritió cuando apretó los dedos de su esposo, recuerdos lejanos de lo que parecía décadas atrás llenaron su mente.

"¿Papá?"

Sus cabezas giraron ante el repentino susurro. Jia se movía en las sombras de la casa, acercándose a ellos desde la escalera. Su teléfono, como de costumbre, estaba firmemente sujeto en su agarre, su largo y hermoso cabello fluía libremente por su espalda. A altas horas de la noche, se parecía más a su pequeña niña. Sin maquillaje, sin ropa elegante. Solo una de las camisetas viejas de Jongin que le había robado, grandes y anchas hasta la mitad de sus muslos, y unas calzas viejas y gastadas.

Kyungsoo se enderezó un poco, dándole una sonrisa mientras se acercaba aún más. Jongin hizo girar su silla lo suficiente como para sacar otra para ella.

Eso era inusual.

Jia vino de buena gana a sentarse con ellos. Por lo general, solo lo hacía cuando quería pedir algo. Como aquella vez que pidió prestado el auto. O como aquella vez que vino a informarles que se iba a Japón con sus amigas y su nuevo y molesto novio en ese momento, el estudiante universitario con piercings. Por ello, la habían castigado durante una semana, y Kyungsoo había recurrido a llevar su pasaporte en su propio maletín durante toda la semana para asegurarse de que no iría a ninguna parte.

Y ahora, tenía sus sospechas. Se acercaba el final del trimestre, lo que significaba vacaciones de verano y todos esos amigos de Jia con ganas de hacer viajes por carretera. Sospechaba que ella quería ir con ellos a Jeju, o que quería algo más de dinero para comprar nuevos atuendos para los próximos recitales. Eso, o tal vez tenía otro trabajo de modelaje para el que necesitaba permiso.

"¿Podemos hablar un minuto?" preguntó cuando finalmente se sentó, y Kyungsoo parpadeó. Por lo general, no había tanta vacilación en sus ojos cuando pedía cosas.

The Devil Raises Hell - KS (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora