La persona correcta en el momento equivocado

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El silencio reinaba en esa habitación, ninguno de los dos quería ser el primero en aceptar lo que estaba pasando, hacía tiempo que esos dos se veían con otros ojos, delante de los demás seguían siendo enemigos, en la privacidad de esa habitación habían logrado ser amigos, dejando las diferencias de lado, ignorando que una guerra se avecinaba, una guerra donde cada uno pertenecía al bando contrario.

El rubio se acercó a la castaña, no encontraba palabras para explicar lo que estaba sintiendo, se acercó un poco más, ella no se movió, un paso más para quedar frente a frente, se inclinó poco a poco hacia ella hasta hacer que sus labios se unieran con un pequeño y casto beso, ella no se negó, fue un beso demasiado corto como para darle tiempo de reaccionar. Las mejillas de Gryffindor se humedecen debido a las lágrimas que empezaban a caer desde sus ojos.

—No está bien —dijo ella con su voz apenas audible.

—Lo sé, pero, ¿qué puedo hacer? No lo puedo seguir ocultando —respondió él con dificultad por el nudo que se había formado en su garganta.

—Tu caminó es muy diferente al mío, siempre ha sido así.

— ¿Crees que no lo sé? Pero ni tu ni yo somos culpables de eso, no puedo regresar el tiempo para elegir seguir tus pasos, no puedo cambiar la historia, no puedo hacer que vayamos en contra del mundo. —Él tomó uno de las manos de la castaña —se lo que sentías por Krum, también te ha pasado con Weasley, y lo acepto, pero estoy seguro que eso no se compara con esto que siento por ti... acéptalo, también lo sientes.

—Aceptarlo solo vuelve más doloroso el hecho de que tú y yo no podemos estar juntos, en unos meses o tal vez semanas, no lo sabemos, cada quien tomará su camino, tenemos caminos diferentes.

—Estoy al tanto de eso, pero ni tu ni yo tenemos la culpa de habernos encontrado tarde, de que la vida no nos pusiera en el mismo lugar —él tomó la otro mano de ella.

—Será muy dolorosa la separación, no te puedo pedir que me sigas, tampoco te puedo seguir a ti, eres un mortifago y yo una Sangre sucia —muchas más lágrimas caían desde esos ojos color miel.

—Cierra los ojos —pidió el Slytherin y ella obedeció —olvida el mundo ahí afuera, ahora somos los dos, vivámoslo, no perdamos más el tiempo, la vida es solo un momento y vida solo hay una, atrévete, acéptalo, pocas veces pasa esto... tú decides, ¿seremos un par de cobardes o le haremos caso al corazón? Podemos vivir lo mejor que nos haya pasado, ser felices por una vez juntos, en lugar de en el futuro preguntarnos ¿cómo hubiera sido? Esto durará todo lo que sea posible.

Hermione abrió los ojos para ver a Draco que había comenzado a derramar un par de lágrimas, no era la primera vez que lo veía llorar, ya lo había visto cuando por fin había aceptado que necesitaba a un amigo con quien desahogarse y le había contado todo a ella sobre la marca que llevaba en el antebrazo. Él le regalo una sonrisa que reflejaba más tristeza que otra cosa, soltó una de sus manos para poder limpiar el rastro de lágrimas que se dibujó en las mejillas de ella.

—Vivámoslo —respondió ella al fin, logrando que la sonrisa del rubio creciera —No perdamos más el tiempo.

Les tomo un par de minutos procesar todo lo que estaba pasando, se estaban dando permiso de vivir ese amor que fue creciendo entre ellos, se estaban dando permiso de disfrutar el tiempo que les quedaba juntos antes de tener que separarse, a ella no le importaba que el fuese un mortifago pues sabía bien como había llegado a estar en esa situación, tampoco le importaba que estuviera intentando matar al director del colegio pues estaba convencida de que ese anciano tan sabio estaba al tanto de lo que Draco hacía dentro del castillo.

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