I kiss a girl

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Hermione se apareció en un callejón oscuro, abrumada del bullicio de su vida buscaba un lugar donde absolutamente nadie la conociera, Londres muggle parecía una buena opción, sobre todo la zona donde ahora se encontraba, aquel bar que veía en la esquina parecía un sitio que ningunos de sus conocidos frecuentaría ni por error, ya que lo veía bien parecía un lugar peligroso, pero que más daba.

Cuando entro descubrió que no era lo que aparentaba, si era un bar, pero no uno de mala muerte como pensó, había música fuerte y en una esquina una pista de baile con luces de colores, del otro lado varias mesas y la barra; caminó hasta ella y pidió un trago, un Martini, era lo que recordaba haber bebido en sus pocas salidas donde había consumido alcohol.

Se terminó su trago más rápido de lo que pensó, pidió otro, tal vez necesitaba mucho alcohol porque no lograba dejar de pensar en todo lo que la atormenta, por un lado la fama, todos siempre estaban pendientes de ella desde que la guerra había terminado, muchas veces la seguían fotógrafos o reportes que querían obtener algo de qué hablar en las revistas de chismes.

Otra cosa era la constante batalla entre sus estudios y la atención que sus amigos le exigían, no comprendían que ella estaba por graduarse de leyes mágicas, no tenía tiempo para salir cada fin de semana o para reunirse para cenar cada noche. Además la presión de todo el mundo, constantemente escuchaba que ya estaba en edad de casarse, que ya tenía mucho en su relación con Ron ¿Que pensaba la gente? Ella solo tenía 22 años, y si bien tenía cuatro años de noviazgo, no se quería casar, al menos no aún, quería graduarse, conseguir un empleo, establecerse bien, tener una casa donde vivir; sabía bien que al casarse todos opinarían que ya debían tener hijos, y eso no entraba en sus planes de los próximos 5 años.

Cuando se dio cuenta y regresó a la realidad ya tenía otro trago en la mano, un mojito, tenía tanto en la cabeza que no supo cuando lo ordenó, que más daba, esa noche no quería pensar en nada, ni en sus amigos, ni en la guerra, ni en su novio, ni en la escuela, y mucho menos en el futuro.

Una chica con aires familiares se sentó en un banco dos sitios más allá de Hermione, cabello corto y negro, un vestido ajustado, corto, negro y con un gran escote en el pecho, llamativos zapatos de tacón rojos y el labial del mismo color que hacía que todos la voltearan a ver, incluso la castaña.

—Granger —la llamó mientras se acercaba a ella.

—Dime —respondió Hermione mientras observaba como se sentaba a su lado, su actitud parecía ser la de una persona que se siente dueña del mundo.

Fue en ese momento que la castaña la reconoció, esa chica era Pansy Parkinson, se veía muy diferente de como la recordaba, siempre había sido un fastidio para Hermione y sus amigos, aun así Harry la había perdonado por tratar de entregarlo a Voldemort, así no la había vuelto a ver desde los juicios de la guerra, si ella estaba ahí seguramente había otras serpientes, la castaña buscó su varita en el bolsillo solo por precaución.

—Tranquilízate Granger, no es necesario sacarla —dijo ella indicando con la cabeza a la mano de Hermione que ya sostenía su varita pero aún no la sacaba. —Ya no tenemos 15 años, no estoy aquí para molestarte, supongo que buscamos lo mismo.

— ¿Y qué supones que busco?—le cuestionó la ex Gryffindor a la defensiva sin soltar la varita en su bolsillo.

—Un escape de tu vida, un lugar donde nadie te conozca... eso es justo lo que busco —Tomó un sorbo de su bebida que se encontraba servida en una copa decorada con una rodaja de limón —aunque supongo que son diferentes las circunstancias.

— ¿Porque lo dices? —quizá saber la castaña. Tomó un trago de su mojito.

—Bueno, mírate somos tan diferentes, todos siguen tus pasos y esperan lo mejor de ti, eres una heroína de guerra que pronto se casará y formara su familia con otro héroe de guerra, estudiante ejemplar, seguramente terminara siendo ministra de magia —la pelinegra hizo una pausa —y yo, pues también soy acosada por reporteros, la diferencia es que esperan el mínimo error para crucificarme, después de más de cuatro años sigo siendo la chica que intento entregar a Harry Potter, la chica que estuvo en malos paso, la que se codeaba con mortifagos, como si las decisiones de mis padres fuesen mi culpa... tu sabes que Draco no... Olvídalo.

Un dramione una canciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora