Capítulo 20: ¡no puedes hacerle daño!

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después de algunos días, aquí está el capitulo, les aviso que es largo, y si ven alguna falta de ortografía por favor díganme, lxs amo   

Teo:

La tercera película que estábamos viendo ya había acabado.

Era tarde, por lo cual ya debíamos acostarnos.

La pelirroja ya se había dormido en el regazo de Carla, ella no quiso despertarla por lo cual me pido que la llevara a la habitación que compartíamos.

No me negué.

Aproveché que la pelirroja estaba dormida para ir a cambiarme de ropa y cepillarme los dientes al baño de la habitación, al volver, me di cuenta de que ella estaba despertando.

- ¿Qué hora es? -preguntó al verme.

- Ya va hacer medianoche-

Ella se pasó las manos por la cara para luego dejar salir un bostezo de sus labios.

- Me iré a cambiar- dijo levantándose y buscando sus cosas.

Luego de unos minutos salió del cuarto de baño con un pijama que consistía en una sudadera azul, y unos pantalones de dormir que se ajustaban un poco a sus piernas, eran del mismo color que su sudadera.

- ¿una sudadera para dormir? – pregunté luego de soltar una risa por lo bajo.

- Son más cómodas- dijo luego de dejar escapar un bostezo.

- No sé porque presiento que tu color preferido es el azul-

- ¿y hasta ahora te das cuenta? -cuestiona.

- Tal vez, es decir, tu cuarto es azul, tu mochila del instituto también, tu pijama, tu auto, el bolso en el que trajiste tus cosas, y tus ojos, todo es azul zafiro en ti- dije

- Azul zafiro- dijo repitiendo una de las últimas palabras que dije- interesante-

- ¿Qué lado de la cama prefieres? – pregunté para cambiar de tema. No pregunten por qué.

- Izquierdo- respondió.

Yo solo asentí, ella se acercó a la cama, levantó las mantas, luego se metió dentro de la cama y cubrió todo su cuerpo.

Imite su acción.

- Buenas noches Teo-

- Buenas noches Maya-

Amaya:

Luego de caí en un profundo sueño.

De la nada mis ojos se abrieron de golpe, pero ya no estaba en la habitación que compartía con Teo, estaba en medio de un parque, luego de localizar en qué lugar estaba, me vi a mí misma de pequeña con siete años.

Estaba en uno de los columpios, y me estaba balanceando sola, era una de las primeras veces que lo hacía sola, un hombre castaño oscuro, casi pelinegro, con ojos azules al igual que los míos, me observaba desde una de las bancas.

Ese hombre era mi papá.

Yo seguía balanceándome en el columpio, pero de la nada quise bajar, traté de parar, pero lo único que conseguí fue caerme.

Me vi a mí misma llorando en el suelo porque que me había raspado la rodilla.

Mi papá se apresuró para llegar en donde yo estaba, me tomó en sus brazos para tranquilizarme.

- Tranquila mi amor, solo fue un pequeño raspón ¿okey? – dijo aun cargándome.

- Me duele- me queje con los ojos llorosos.

No Solo La Muerte Enamora A Una Suicida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora