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—Sé que fue estúpido, pero en ese momento todo... me parecía demasiado. No veía como las cosas iban a mejorar.

Murmuró Minho mientras recordaba como en lugar de llamar a emergencias, él simplemente se había dado por vencido.

Jisung lo escuchó en silencio, mientras secaba las lágrimas que sin darse cuenta habían comenzado a correr por sus mejillas. Y una vez que terminó, lo atrajo en un abrazo tan fuerte que Minho sintió que todas las partes que creía rotas en él volvían a unirse.

Perdió la noción de cuánto tiempo estuvieron así, él escondiendo su cara en el pecho del alfa mientras lloraba, y el otro acariciando su espalda, tratando de ocultar el llanto que también nublaba sus ojos, hasta que la voz de Jisung rompió el silencio en el auto.

—Minho... —susurró, separándose para buscar su mirada —no vuelvas a esa casa.

—¿Q-qué?

—Eso, no vuelvas allí. No quiero que esas personas te sigan lastimando... no quiero que nadie nunca vuelva a hacerte daño.

—Jisung yo no pue...— comenzó a balbucear.

—Sí puedes. En unos días tendrás dieciocho, puedes hacer lo que quieras —lo detuvo el alfa —quédate con nosotros. Sé que no es lo mismo, que nuestra casa no es... no es la gran cosa, pero nos arreglaremos. Incluso si quieres ir a la universidad, encontraremos la forma. Sólo no regreses allí.

No había ni una pizca de duda o vacilación en la voz del menor, y al ver sus ojos sabía que hablaba totalmente en serio.

—Jisung ya me he quedado demasiado tiempo, tú mamá...

—Mi mamá te ama Min, y sé que piensa igual que yo —le aseguró tomando su mano —De hecho... ya se lo pregunté. Llevo semanas pensando en esto, desde que estuviste en el hospital, pero no sabía cómo decírtelo.

—Yo te lo agradezco, pero...

—No, no digas nada. No tienes que decidirlo todavía. Sólo... por ahora, quédate aquí Min, quédate con nosotros, por favor.

Minho asintió con la cabeza gacha, contemplado su mano entrelazada con la del rubio.

Sabía que esto pasaría. No debió contarle a Jisung lo que había pasado, debió cerrar la boca y listo. Pero no, y ahora el alfa sentía lástima por él y lo había arrastrado a sus problemas, al igual que tantas veces había hecho con sus amigos.

—Tengo algo para ti, pensaba dártelo en tu cumpleaños, pero...—dijo Jisung sonando algo nervioso y estirándose para abrir la guantera del auto.

Minho contempló perplejo la pequeña caja con un lazo que le extendía, y la tomó con timidez para abrirla. Dentro había una delgada cadena de oro, y colgando de ella, un dije pequeño con  forma de sol, muy parecido a aquel que Jisung había dibujado en su cuarto.

—Jisung...—musitó sin palabras.

—No tienes que usarlo si no te gusta, es sólo que creí... —comenzó a balbucear este rascando su cuello, pero antes de que pudiera seguir los labios del omega lo detuvieron.

Los ojos del alfa se abrieron asombrados, pero luego sonrió y se relajó dejándose besar suavemente por él.

Quizás Minho no podía expresar en voz alta lo agradecido que estaba, ni todas las otras cosas que sentía por él. Quizás jamás podría decirle a Jisung que él era su luz, esa que tanto había esperado, pero al menos podía intentar demostrárselo de esa forma.

Besó con dulzura sus labios, su cuello, sus redondas mejillas, queriendo trasmitir con cada roce todo el cariño que tenía por él.

De alguna manera terminó sentado sobre el regazo del menor, acariciando la parte de atrás de su cuello mientras que sus bocas se movían lentamente, buscando profundizar la unión de sus lenguas. Y a pesar del poco e incómodo espacio que había, ninguno de los parecía querer separarse del otro todavía. O al menos así fue hasta que un chillido ahogado se escuchó a un costado de ellos.

ROLLER COASTER - HANKNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora