Final

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La habitación blanca se hallaba tan silenciosa como era de esperarse. Lo único que se distinguía era el rítmico sonido de la máquina con cada pulsación que su corazón daba. Un chico de cabello negro estaba arropado hasta la cintura con una sabana igual de blanca que la habitación, le enfermaba ver tantas cosas blancas, pareciera que el mundo había perdido todo su color desde el momento que cruzó aquella puerta para no salir más. Lo único blanco que perdonaba era el ramo de iris blancas que le habían regalado el día anterior.

Y el único alivio para sus ojos y corazón era el chico castaño que dormía en una silla, pero con la cabeza apoyada en su regazo. No pudo resistir el pasar su mano por los cabellos suavemente, quitando algunos mechones del rostro ajeno, pero mas temprano que tarde el chico comenzó a quejarse entre sueño y abrir lentamente sus ojos.

-Lo siento, ¿te desperté?

-No, está bien -intento desperezarse, pero la rigidez de sus músculos no lo permitieron.

-Te lo dije, dormir en esa posición te daría dolor de espalda

-Es lo de menos -reprimió una mueca de dolor para evitar otro regaño- ¿Cuánto tiempo estuve así?

Su vista se fijó en el reloj en la pared. Marcaban las 7:23 de la tarde

-Casi una hora -le respondió el pelinegro- Ya esta oscureciendo, deberías volver a casa

El castaño no respondió y eso preocupó al otro. Sabia que algo andaba mal pero no quería presionarlo, a fin de cuentas, Youngjo siempre contaría sus inquietudes cuando se sintiera preparado para ello, y lo hubiera dejado tranquilo si tan solo las lágrimas no dejaran de hacer presencia sobre el rostro del que tanto amaba.

No tardó un segundo más y acercó a Youngjo a sus brazos. El castaño aceptó la muestra de afecto, la calidez que emanaba era lo más reconfortante que recibió en esos días.

Enterró su rostro sobre el hombro del mayor y su llanto era amortiguado sobre la blanca camisa, su cuerpo temblaba ligeramente con cada nuevo sollozo que salía de sus labios. Hwanwoong lo dejó llorar sin importar que su camisa estuviera manchándose, era la menor de sus preocupaciones en ese momento. Posó una mano sobre su espalda y la otra apoyada sobre su cabeza, nada más que dulces palabras salían de su boca en busca de calmarlo.

Cuando ya nada más tenia para soltar, se relajó sobre el hombro que le proporcionaba apoyo. El cansancio de su llanto no le hizo ser consciente del suave beso que recibió sobre su cabeza.

-¿Ya te encuentras mejor? -Preguntó Hwanwoong pasado unos minutos después de apaciguar su llanto.

-Si, gracias -murmuró desde su hombro

El pelinegro tomó con delicadeza su rostro para elevarlo y tener una mejor vista, pero cuando sus ojos se encontraron algo lo alertó de sobremanera: allí, sobre su mejilla izquierda y a unos pocos centímetros de su ojo, se dejaba ver una gran colaboración entre azul y púrpura ahora que la base líquida fue lavada por sus lágrimas.

-Fue mi culpa, yo comencé

-No es razón suficiente para que te golpee -Reprendió, aunque no iba dirigido a él-, nada es razón suficiente para hacerlo

Apoyó una mano sobre su mejilla izquierda cuidando de no ejercer fuerza sobre la zona afectada, lo que inspeccionó y también otras partes visibles para ver si no tenía más golpes. Ahora tenía sentido porque casi evitó su mirada en todo el día y guardaba sus manos en los bolsillos de sus pantalones. La calidez y delicadeza de sus acciones hizo que el rostro de Youngjo comenzara a adquirir un suave rosa.

Text - RavnDo YounghakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora