🛐Capítulo 19🛐

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—¿Qué haces aquí, Dana?

La sangre huye de mi rostro en cuanto consigo identificar esa familia voz que me intercepta, dejándome petrificada con la luz tenue de la débil lámpara iluminando el rostro del Padre Heist, pasando alrededor de un camastro con sus hábitos puestos.

Sí.

Puestos.

La situación consigue generarme temor, no tiene la cara compasiva ni el semblante de que todo lo comprende mientras se acerca a mí. Él sabe que estoy cometiendo mis errores y que no puedo dejar de hacer las cosas mal. Necesito que me enseñe a ser su devota.

—Padre—murmuro, observando su cabello cobrizo pasando a un tono oscuro por las sombras, tanto o más que sus ojos—, qué sorpresa verlo...acá.

—Sorpresa es la mía de que estés en este sector, sabiendo que no está bien.

Este sector.

Donde yace un camastro, fustas y toda una colección de elementos a los que realmente me cuesta poder encontrarles una forma, pero que todo me indica a retrotraerme a mis clases de Historia en que la inquisición aplicaba sus métodos de tortura.

En verdad consigo sentir el verdadero temor. Absolutamente el segmento histórico más lúgubre de toda la humanidad traído al presente y dispuesto a darme una probadita.

—Yo... No podía dormir. Hace mucho calor esta noche.

—Vaya—dice él, acercándose más a mí. Doy nuevamente un paso hacia atrás—, entonces saliste a dar un paseo por los sectores que bien saben, no está permitido transitar.

—Yo... Lo siento. No creí que podría llegar a haber estado haciendo algo malo.

Estoy cada vez más cerca de la puerta y siento mi pulso temblar.

Si realmente estuviese en peligro, ¿dónde podría ir? ¿Quién me puede salvar? ¿Dónde podré esconderme como protección?

—¿Qué pasa?—me pregunta él—. No pareces ahora tan contenta de la decisión que tomaste.

—Quizás esté en lo cierto, Padre y deba regresar a la cama. Siento mucho haber venido aquí esta noche e...interrumpirlo.

Observo de reojo hacia la puerta y mi corazón se eleva hasta mi garganta al darme cuenta de que la luz titilante que antes me perseguía se encuentra apareciendo desde la entrada como si vigilara el punto en cuestión.

Demonios. Tampoco sé si en la habitación haya otra puerta u otra salida ya que la oscuridad no me permite ver nada en absoluto.

—No es necesario—me contesta él—. Si usted salió esta noche, señorita Dana, a dar un paseo para encontrar el sueño, podemos realmente hacer realidad alguna de sus pesadillas. Claro que en sentido figurado—me dice, emitiendo una risita que me hace retorcer el estómago.

—Yo...—murmuro con la voz queda—, no lo sigo, Padre.

—Has roto las reglas. Todas juntas. Y no puedes quedar indómita.

Sus palabras son una sentencia que queda grabada a fuego en mi carne.

Asunto que se me hace aún más tendencioso en el momento que lo observo tenderme una mano, que me doy cuenta de que finalmente no tendré dónde huir y que lo mejor es dejarme llevar ahora por el castigo que me corresponde.

—Te has portado mal, Dana. Muy, muy mal—me suelta en tono acusatorio.

Y me lleva hasta el extremo opuesto de la habitación, donde me enseña una nueva puerta.

Que nos sumerge aún más.

En el mismísimo infierno.

He roto las reglas, he mentido, he faltado a mi hogar, he vetado la palabra de mis padres, me he escabullido en el sector prohibido, he perdido todas las posibilidades de clemencia o de perdón.

Es hora de pagar en vida por mis pecados.



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¿Quieren otra MARATÓN DE CAPÍTULOS? 30 comentarios y les doy B) y si no les doy yo, les dará el Padre Heist xD

Líbrame del mal (+21) | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora