🛐Capítulo 31🛐

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MARATÓN 1/3

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El Padre Heist libera mi cabello que se ha metido en la cara interior de mi vestido largo, tras habérmelo puesto torpemente.

Inspiro profundamente luego de tomar algunas tenazas que él me indica de qué manera utilizar. No sé por qué he de torturar a estas personas ni satifacerme sexualmente a mí misma en el lugar de verdugo o tener que satisfacer a mi mentor, no obstante, de algo estoy segura y es de que no he de preguntarme demasiado, solo hacer lo que mi fe me impulsa.

Y así es que con toda la devoción naciente en mi interior, me conduzco hasta la piel de uno de los castigados quien suplica a viva voz:

—¡Por favor, no!

—Hazlo.

La voz viene del Padre Heist a mi lado.

Me vuelvo para echarle un vistazo con una ligera sensación de angustia que atraviesa mi pecho, ya no sé si dejarme llevar por mi impulso, mi moral o mi fe.

—¡No!—insiste otro—. ¡Sólo dejenos ir!

¿Ir?

¿Acaso ellos no sienten su fe como corresponde? ¿Acaso no están acá porque están dispuestos a purificar sus almas mediante un merecido castigo?

¿Por qué haré esto si no hay arrepentimiento verdadero ni disposición desde la propia espiritualidad y el fervor hacia la palabra del dios del exo si ellos realmente no están dispuestos a vivirlo en cuanto tal sino a dejarse someter.

—¡Dana!

Heist me grita.

Me vuelvo hacia atrás.

Y entonces comienza el caos.

A lo lejos se escuchan gritos, se escuchan movimientos fuera de gente corriendo, todo comienza a agitarse y mis manos no ejercen presión sobre las pinzas con las que estoy a punto de depurar a los chicos criminales de la tribu.

—Oh, no—farfulla el Padre. Acto seguido se vuelve a mí y me indica—: Dana, déjalo, tenemos que salir de aquí.

Mi voz realmente suena desesperada.

Casi tanto como la de él.

—¿Por qué?—le pregunto, presa de la incertidumbre.

—Porque sí, no preguntes.

—Heist, ¿qué está p...?

Él sale corriendo y me deja en el lugar. Lo veo marcharse y perderse en el sector de los túneles.

Acto seguido un grupo de policías aparece desde el otro lado del paredón, parecen ser fuerzas especiales, casi como una invasión militar.

¡Pero qué carajos!

—¡Al suelo!—gritan varios de ellos como si fuese un operativo de SWAT y tanto los feligreses como yo potenciales amenazas.

—¡AL SUELO!—insisto uno de los agentes acercándose a mí con un arma en alto.

—¿Qué...? Pero... ¿qué sucede? ¿Yo no...?

Un disparo se escucha.

Hay gritos al otro lado, en la tribu de mujeres.

—¡AL SUELO, CARAJO!—insiste otro de los agentes y comienzan a reducirnos a todos con la cara contra el suelo.

Me siento tensa, insegura, el miedo realmente comienza a inundarme, creí que a lo único que alguna vez sería capaz de temerle iba a ser a mi dios. Pero esta situación, con un arma apuntando al sector entre mis ojos es justo lo que hace poner en jaque cada una de mis ideas, de mis miedos y de mis valores. Mi mente intenta hacer un barrido absoluto en busca de respuestas, alguna respuesta ante los enigmas que suceden en la realidad y que ahora mi fe parece no bastar, no ser suficiente para poder encontrar explicación al caos desatado.

¿Qué está pasando?

¿Por qué está la policía acá?

¿Dónde se fue el Padre Heist?


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#LÍBRAMEDELMAL

Holaaa, qué te está pareciendo esta historia? Qué crees que sucederá con la policía? ;)

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Líbrame del mal (+21) | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora