Tenía ciertas teorías respecto a Daishinkan. Algunas veces incluso llegué a pensar que me jugaba una broma de mal gusto y que estaba vivo y solo era un plan de quien sabe quién para asustarme nada más. Allí confirme que me equivocaba, pues lo que ví supongo me dejó totalmente pálida, pues podía sentir como ese escalofrío recorría mi cuerpo. Quede totalmente anulada, de mi boca no podían salir las palabras que quería decir, ni siquiera aquel grito que quería expulsar de lo más profundo de mis entrañas.
Tiempo de reacción, eso me faltó al instante, luego cuando pude reaccionar, lleve mi mano a la boca para cubrir el horrible grito que me prohibí sacar.
Tenía la piel pálida, además de grandes ojeras y manchas azuladas en manos y alrededores de la cara. No que más me impresionó fue otra cosa más perturbadora, tenía cortadas de lado a lado de su cuello, con sangre derramada de esa herida, he aquí lo ilógico, también tenía la herida de un balazo en la cien.
¿Podía ser maquillaje? Esa pregunta la descarte de inmediato, por dos razones. Una, la herida de su cuello dejaba ver hacia la garganta y la tráquea. Dos, lo más ilógico que me hizo saber la verdad de inmediato, ambas heridas, había leído que él se quitó la vida de un disparo, pero en ninguna parte decía que se había cortado la garganta.
No sé pueden tener ambas heridas, si se hubiera cortado la garganta, de inmediato moriría por falta de oxígeno y otros criterios más, así que no pudo haberse disparado luego. Si se hubiera disparado primero, obviamente no pudo haberse cortado después, además de que el corte era muy profundo para ser autoprovocado.
¡Eso era un verdadero fantasma! Daba miedo ver esa forma de cadáver, no lo niego, no pensé en todos esos datos al instante, sino cuando ya pude usar correctamente la razón.
- Tu no lo hiciste - apenas y pude hablar, pues mis palabras salieron con gran esfuerzo de mi boca temblorosa y morada de dicho susto.
Me miró atentamente, talvez si estuviera en su forma normal no me daría el terror perturbador que en ese instante sentí, pero de verdad no podía verlo, me daba pánico el solo hecho de pensar en ese mártir que tuvo que sufrir ese pobre hombre.
Estaba parado debajo de ese ventanal del cual la Luz de la luna le daba aires espectrales. Me miraba fijamente, tanto que comenzaba a preguntarme si quería atacarme, pues solo me inspiraba temor.
Al fin había despegado la mirada de mi, dirigiendola hacia otro lugar más profundo de ese biblioteca. Volteó de nuevo hacia mi, era como si quisiera que yo lo siguiera.
- ¿A .. dónde? - pregunté arrastrando palabras.
No me dijo nada, y dudo que pudiera hablar así, pero era un fantasma así que cualquier cosa en él era posible. Lo ví perderse entre esos libreros repletos de libros y páginas con muchos escritos, no lo seguí sino hasta que no lo ví más. Allí en ese momento fui rápido hacia donde él se fue, mire a mis alrededores buscándolo, pero se había perdido entre esos libreros y rincones sin salida.
- ¡Esta bien! - le grite - ¡Haré lo que tú quieres! - le propuse antes de que mis peores temores fueran convertidos en realidad.
Mire el anillo de compromiso que tenía dentro de mi puño, lo tome entre la punta de mis dedos índice y pulgar, para poder observarlo mejor.
- ¿Para que es esto? - le pregunté mientras volvía entre mis pasos para salir de ese callejón de libros y palabras. Me pare debajo de ese rayo de luz de luna, y espere a que él me respondiera - Se que no lo hiciste....... - dije en voz baja, para que supiera que yo ya no estaba a la defensiva con él.
- Sabía que entenderías - escuché ese murmullo en mi oído, dejando un aliento suave y frío en mi cuello.
- ¿Que tengo que ver yo contigo? - le pregunté a ese aliento que permanecia en mi cuello.
- La maldita muerte nos lleva para luego volver, pero a otros los condena para nunca ver - Me susurro de nuevo, en aquellas incógnitas y acertijos que debía resolver, pues así lo quería él.
- Seguiré leyendo tu diario - dije encogiendome de hombros y resignada a qué debía seguir.
Lo había dejado bajo el colchón para no tener que verlo y para que él no lo moviera de lugar, rn busca de llamar mi atención. Resignada fuí a la habitación y lo saqué de allí abajo, lo lleve a la biblioteca, y me senté bajo ese rayo de luna que me sirvió de linterna para guiarme a través de los caminos que conllevaban aquellas palabras.
Llegue a ese momento, a esa noche en qué aquella mujer murió, y sucedió algo que no pude evitar. Lágrimas corrían por mis mejillas, pues él se sentó detrás de mi, y comenzó a relatar él mismo, y con los sentimientos con los que escribió esas páginas. Me lo decía al oído, lo que lo hacía más lamentable, pues podía escuchar esa voz quebrarse y aguantar a la vez, era más duro de escuchar quedé leer.
- Para.... No puedo escucharte - le dije cuando escuché apenas el primer párrafo.
Él no me prestó atención, en cambio siguió con su relato, solo provocando que aquel diario se mojara con unas cuántas lágrimas insolentes que se atrevieron a escapar de mis negros ojos, a su vez que hacían que la tinta escurriera por la humedad.
En esos momentos él tenía su forma natural, la cual hacia que pareciera que estuviera vivo, lo pude ver de reojo. Estábamos sentados en el piso, ese frío piso que era como un glaciar dónde caían los trozos de mi alma hecha pedazos al escuchar todo y cada uno de lo que él tenía para contar. Era la primera vez que lo escuchaba Hablar tanto, pues siempre eran una que otra frase, además de que le gustaba comunicarse mediante escritura y acertijos, pero por ese instante se dedicó a hacerme sufrir con su interior destrozado buscando lo que se le perdió ese día.
Continuara.............
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El Espectro
FanfictionLa penumbra susurra la verdad al oído... Un alma en pena que vaga buscado su amada de la otra vida. Un asesinato que cambió por completo la historia de esa casa.