Capitulo -2: La biblioteca

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Con paso lento y temeroso avancé hacia adentro de ese lugar. Los ojos se me agrandaron al ver tal maravilla, era una biblioteca repleta de libros hasta más no poder. El por qué estaba oculta, no lo sabía, pero talvez ese tipo me lo diría. Voltee a verlo pero allí detrás no se encontraba nada mas que una brisa entrando por la ventana del pasillo, la cual traía consigo unas cuantas hojas de los árboles que estaban plantados en el frente de la casa.

-¡Que maravilla! - exclamé. Ese lugar tan grande, y yo no tenía conocimiento de que escondía una biblioteca de tal tamaño. Mis ojos se pasaban de lado a lado del lugar, como si buscará algo allí entre los estantes y tanto libro por leer.

Había algo que me maravilló aún más. Era una especie de ventanal, estaba en el techo, y por allí permitía que la luz de la luna entrara iluminando con su mágica luz toda la biblioteca. Me paré debajo de ese rayo de luz, para mirar hacia el techo, a esa luna a través de los cristales que tenía el privilegio de apreciar.

Estaba feliz. Me gustaba el misterio y ese lugar era una gran oportunidad de indagar muchas cosas las cuales sus paredes guardaban con recelo y esmero. De pronto un susurro en mi oído me hizo voltear hacia mi costado izquierdo en busca del dueño de tan peculiar frase.

-Busca lo que está perdido y devela a quien fue mentido - fue el susurro que en mi oído resonó causando un escalofrío que recorrió cada rincón de mi ser.

-¿Buscar que? - pregunté al aire mismo como si este me fuera a responder. Me sentí idiota al darme cuenta de eso. 

No le di la importancia merecida, ya el sueño me vencía. Me fuí a acostar para al menos dormir unas dos horas más. Al salir el sol, me levanté decidida en buscar allí, sea lo que fuese que él quería que encontrara.

Volví al librero del pasillo, alé del libro de portada amarilla, como paso un par de horas atrás, este se abrió dando paso al lugar oculto detrás. Entré y miré de lado a lado, mi mirada fue atraída hacia un estante en particular, uno el cuál tenía hojas sueltas en lo alto. Busqué y busqué entre cada libro, miraba los lomos de éstos dónde decían los títulos de cada uno. Ninguno que llamara mi atención. De pronto las hojas que estaban en lo alto cayeron como una danza, dando giros en el aire, para luego caer en el centro y debajo del ventanal, justo donde daba la luz de un rayo de sol.

Curiosa me dirigí hacia esas hojas, me agaché tomando la primera. También eran recortes de periódicos viejos. Me levanté con el entrecejo fruncido y un recorte en cada mano, dejando algunos en el piso. La razón por la cual mi cara hizo ese gesto se debía a lo que estaba leyendo allí. Era de meses antes del que me había encontrado en el ático. Lo peor era lo que decía.

"Enero 17 de 1903. Traumático asesinato. Linda. D. Fue encontrada la mañana de ayer al pie de las escaleras de su propia casa. En un charco de sangre la encontró su esposo sin vida. Una puñalada al costado de su torso, fué la causa de su deceso. No se presume al autor de tal crimen."

Ese era el primero y más antiguo de todos. El siguiente era de días después, el cuál seguía con el misterio del asunto.

"Enero 24. Esposo de la víctima del horrendo asesinato de la Calle 45, apunta a su asistente como responsable. No sé encontraron pruebas que lo vinculen con la muerte de Linda. D."

Todos tenían referencia a ese asesinato de una tal Linda. D. No los leí todos, pues era tarde y tenía que ir a la universidad, dónde me esperaba un examen muy importante al cuál no debía faltar por nada en el mundo.

Durante todo el examen mi mente divagaba en el asunto de los recortes. Me atrapaba demaciado ese misterio y quería saber quiénes eran todos esos quienes allí se nombraron en cada recorte. ¿Quien era Linda? ¿Quien la asesino? Y ¿Que tenía que ver el asistente de su esposo? pero otra interrogante invadió mi cabeza ¿En qué asistía ese hombre al esposo de Linda?

Mi mirada iba de la hoja de examen a mi muñeca para ver la hora en mi reloj. Terminé tan rápido que ni sé si había respondido bien. Se me había ocurrido algo, preguntarle ciertas cosas a la mujer del otro día. Aquella que me atendió cuando fuí por víveres. Caminé tan rápido que no recuerdo el camino que recorrí para llegar hasta allá. Cansada y con la respiración entrecortada llegué a la puerta. Anhelaba sombra, pues todo el camino el sol me dió hasta en el alma.

-No pensé verte tan pronto por aquí - comentó al verme entrar -¿Que se te ofrece, querida? - preguntó en un tono amable. Apunté hacía una botella de jugo, indicándole que eso era lo que quería. Me la pasó, le pagué y tomé un trago de esa bebida que me supo a ambrosia por la sed.

-¿Qué sabe de la casa? - pregunté sin rodeos y directo a lo que iba.

-¿Entonces si tienes interés? - preguntó con una sonrisa muy extraña.

-Pues claro, sino no preguntaría - pensé, pues no me atrevería a faltarle al respeto a la señora que no merecía mi actitud un poco grosera que muy seguido me dominaba. La verdad solo moví mi cabeza para indicarle una afirmativa a la mujer.

-Te espantaron ¿Verdad? - me interrogó con esa pregunta antes de responderme lo que yo quería saber.

-¿Por qué lo dice? - pregunté.

-Media cuadra te escucho gritar la otra noche - me dijo en un tono que hacia una especie de burla por mi pregunta, acompañado de una mirada irónica que me otorgó.

Mi cara se sonrojo de no solo vergüenza, sino de también un poco de enojo. Pues media cuadra estaba comentando lo que a mí me pasaba en esa casa.

-¿Entonces? - no le dije nada aunque la verdad fuera que si me apareció algo.

Continuará...

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