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—¡Harry! Has vuelto... —la pelirroja le dio un abrazo apretado, soltando su abultado vestido en el suelo.

—Sí, mamá. Te dije que estaría bien... —Harry la abrazó de vuelta.

—¿Trajiste a Draco?

—Sí... sí, lo traje, pero no sé donde cayó. Le perdí el rastro, y también al tío Colagusano, debe estar ahí solo, y no recuerda nada... —le explicó él, en un tono exasperado—. Debe estar solo, debe estar en el bosque muerto de miedo...

—Tranquilo. Tranquilo, Harry —su madre le puso las manos en los hombros—. Tu padre está en el bosque en estos momentos, seguramente lo pueda encontrar.

—Iré a buscarlo.

—Lo importante es que Draco está aquí. Hay que encontrarlo antes de que Bellatrix y Voldemort lo hagan. Debes ir con Severus, le encargué unas pociones, que deben estar listas. Úsalas con cuidado, Harry. No desperdicies un solo trago de felix felicis —Lily le pasó una canasta—. Ve con mucho cuidado, por favor. No hables con nadie en el bosque, ojo con los carroñeros, y sigue el camino amarillo.

—Sí, mamá.

—En la canasta hay algunas galletas y una botella de vino. Ya le pagué a Severus por las pociones, pero creo que le podría servir ese vino.

Ella le dio un último beso en la mejilla y un abrazo apretado. Harry se puso su caperuza roja y salió del castillo, procurando seguir el camino amarillo, adentrándose en el bosque, que se iba oscureciendo de a poco.

La caminata era tranquila en general, hasta que escuchó unos ruidos entre los arbustos. Se detuvo ahí y preparó su varita. Logró oír una tos y cuando iba a atacar, vio una cara conocida.

—Tío Moony... ¿qué... qué haces aquí? —Harry frunció el ceño.

Él carraspeó y se acercó.

—Oh, solo estaba... ¿tú qué haces aquí tan solo, Harry? —inquirió.

—Voy a ver a Snape y- —miró la canasta y se quedó callado—. Luego pararé en Hogwarts.

—Ah, ya veo... a Snape, ¿vas por unas pociones?

Harry lo miró con algo de suspicacia.

—Claro... am... bueno, debo...

Él se puso frente a Harry, bloqueándole el paso.

—¿Pero por qué tomas el camino largo? —interrogó mirándolo directamente a esos ojos verdes, tan brillantes como Marte en el cielo.

—Yo... pues... es el camino que debo tomar. —Harry intentó seguir.

—¿Pero de qué hablas? El camino rojo es mucho más corto, ¿por qué no vas por ahí?

—No creo que... —Harry se alejó un paso.

—Anda, vamos. Una carrera a la casa de Severus. Yo debería ir a buscar la poción mata lobos... ya casi es luna llena...

—Ahm... —Harry miró el camino rojo—. Bien... una carrera.

Harry se fue por el camino rojo, y preparó su varita. Ese no era Remus Lupin. Definitivamente no podía serlo.

Ever After | DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora