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-Hola, guapa- habló un pelinegro con una sonrisa coqueta mientras recorría su brazo por los hombros de la chica
-Hey, Hanta- sonrió de vuelta -¿Cómo te fue en el entrenamiento?
-Bien, fue fácil. Últimamente he estado prácticando mi nuevo movimiento
-¿En serio? Deberías mostrarlo la próxima vez que entrenemos juntos- sonrió pasando su brazo derecho por la cintura de su amigo
A lo lejos, cierto rubio ojiazul apretaba los puños, lleno de celos ante la escena que veía.
Estuvo a punto de caminar hacia ellos pero se detuvo al ver cómo ingresaban a su aula de clases. Gruñó y después se dirigió a la suya.
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-¡¿QUE ACASO LOS DE LA CLASE A NO SON CAPAZ DE HACER UN SIMPLE ENTRENAMIENTO?!- gritaba aquel chico, burlándose de la clase contraria, mientras también soltaba risas escandalosas
-¿Que le pasa?- decían algunos alumnos
La de tez morena simplemente pasó su palma por su propio rostro, tratando de ocultar la vergüenza que le daba aquella escena.
El chico rubio de la clase B seguía molestando y diciendo de cosas a los alumnos de la clase A, a todos exepto a ella. Claro, todos pensaban que era gracias a la actitud tan ruda que podía a llegar a tener la joven cuando le colman la poca paciencia que posee, pero no... Simplemente no le decía nada como a los demás porque era su pareja.
El rubio se calmo gracias al golpe que le había dado su compañera de clase, aliviando por fin a los chicos de la clase A.
Y aunque a veces le llegara a irritar su propio novio, ella no podía evitar preocuparse por los golpes que se le eran dados en el cuello para calmarlo. La pelirroja simplemente suspiro al ver cómo la clase B se comenzaba a retirar junto a su pareja.
-¿Sucede algo, linda?- decía el pelinegro tocando la mejilla de ella continua veces con su dedo
