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—¿Qué haces ahí? —preguntó Marshall al saber que había alguien ahí.

—Estoy buscando algo para comer —dijo el dálmata al ver la barra de chocolate.

El dálmata salió del contenedor de basura para comerse la barra de chocolate.

—¡Espera! —grito Marshall la ver la barra de chocolate.

Sin embargo, el dálmata se trago un pedazo de la barra. Marshall al ver que se la había comido, hizo que la escupiera, pero no tuvo éxito. El pelaje de el dálmata volvió a ser blanco, pues el chocolate contra resta su pelaje color dorado.

—¡¿Qué te paso?! —Preguntó sorprendido de lo que veían sus ojos.

—mi pelaje es anormal, puedo cambiar su color gracias al chocolate —dijo—. Pues mis dueños me usaban como sujeto de pruebas, pero ahora me han remplazado.

—Oh que mal —dijo Marshall triste por el otro dálmata.

—tranquilo, estoy bien. Solo que ahora debo vivir en las calles.

—no tiene por qué ser así, ven conmigo —dijo Marshall invitando al otro dálmata.

—¿está bien? Supongo —respondió el dálmata.

Los dos fueron al cuartel cachorro para que el dálmata comiera algo más que una barra de chocolate.

—Y por cierto ¿Cómo te llamas? —preguntó Marshall.

—Bueno, mi nombre es Devin dálmata —dijo el dálmata.

—Oh, mucho gusto Devin, yo soy Marshall y soy un miembro de los Paw patrol —respondió Marshall.

—¿Qué es lo que hacen ustedes? —preguntó Devin confundido porque el nunca había escuchado de los Paw patrol.

—Bueno, nosotros hacemos rescates y ayudamos a los demás —respondió Marshall.

—vaya todos ustedes deben ser una buena familia —dijo

Devin al escuchar lo que decía Marshall.

Los dos no tardaron muchos en llegar al cuartel cachorro, Devin tenia un poco de miedo, esto lo noto Marshall.

—No tengas miedo, no te harán daño —dijo Marshall al ver que Devin tenía miedo.

—confió en ti Marshall —dijo Devin.

Devin junto a Marshall entraron al cuartel cachorro, donde fueron recibidos por Ryder.

—Hola Marshall, veo que has traído a un amigo —dijo Ryder con alegría al ver a Devin.

—Hola, mi nombre es: Devin dálmata. Es un gusto conocerlo —dijo Devin nervioso por cómo podía reaccionar el chico.

—Oh no me tengas miedo —dijo Ryder al ver que Devin se escondía detrás de Marshall—. ¿Marshall? ¿puedo hablar después contigo?

—claro Ryder —respondió.

—Bien, nos vemos después cachorros —dijo Ryder.

Devin y Marshall fueron al comedor, donde estaba el dispensador de croquetas. Devin al ver la maquina solo podía escuchar como sus entrañas rugían del hambre que tenía.

—Vaya que tienes hambre.

—bueno, no he comido en todo el día —respondió Devin al ver el tazón de croquetas.

Marshall le dio el tazón para que comenzara a comer, por lo que Devin sin pensarlo dos veces comenzó a comer todo lo que había en el tazón, Marshall estaba sorprendido, pero sabía que era normal, pues Devin tenía horas sin comer algo en la calle.

El sentimiento de un cachorro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora