Especial Navideño

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Diciembre había llegado, junto con una gran nevada que se encargaba de cubrir desde la más pequeña vegetación hasta las enormes casas donde las personas se refugiaban del frío. 

Un mes lleno de alegría, fiestas, comida y regalos, también significaba un mes donde las pequeñas mellizas se encargaban de hacerle la vida pesada a su pobre padre de ojos violetas. 

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Por las heladas calles, cierto jashinista paseaba de la mano con sus niñas de cinco años. Ruri vestía un abrigo verde, acompañado de un gorro gris, guantes blancos, pantalón negro y unas botas que hacían juego. Mientras que Kumi vestía un suéter amarillo, pantalón oscuro, un gorro rosa, guantes claros y botas que también hacían juego con su conjunto. 

Las pequeñas saltaban felices al ver que esa pequeña aldea que recorrían estaba adornada con bellos colores, luces brillantes y en medio destacaba un enorme pino lleno de esferas. 

-¡Mamá, mira, allá arriba en el árbol hay una bella estrella!- gritó Kumi muy emocionada. 

Hidan solo sonrió contemplando los rostros de sus hijas. 

-Mami, ¿podemos tener uno así?- preguntó Ruri. 

-Lo que ustedes quieran, mis pequeños demonios- contestó el creyente. 

-¿¡De verdad!?- gritaron las menores al mismo tiempo. 

-Le diré a tus tíos, a puesto que nos conseguirán uno que entre en la casa- 

-¡Siiiiii, navidad, navidad, dulce navidad!- comenzó a cantar la castaña sacándole unas risitas a su hermana. 

-Debemos pedirle regalos a Santa- recordó la platinada. 

-¡Tienes razón, Onee-san!- dijo Kumi. 

Hidan giró sus ojos sin mucho ánimo, no le agrada que sus pequeñas creyeran en un sujeto bueno y mágico, pero también era la ocasión perfecta para consentir a sus demonios así que, dejaría que lo celebrarán por muchos años más. 

-Mamá tú también nos tienes que dar regalos- dijeron al mismo tiempo las niñas. 

-Jajajajaja que mocosas tan mandonas, si siguen así serán igual a Kakuzu- señaló el religioso haciendo enojar a las mellizas. 

-¡No es cierto!- ahora ambas tenían el ceño fruncido lo que las hacía ver más como el moreno, amante del dinero. 

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Luego de adquirir algunas cosas para la cena, Hidan se detuvo en una tienda, para conseguirles a las menores chocolate caliente. 

Kumi se sentó en una banca para disfrutar de su bebida cuando noto que su hermanita observaba a una familia, en ella el padre cargaba a su hijo mientras su esposa los abrazaba. 

De inmediato la expresión de ambas se tornó triste, amaban a sus padres, entendían que Kakuzu debía viajar y cumplir con misiones, pero les dolía no tenerlo en eventos importantes. 

-Onee-san, ya se que quiero que mamá nos de esta navidad- dijo Ruri llamando la atención de la castaña. 

-Creo que tenemos la misma idea- sonrió la menor divertida. 

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En la cabaña Hidan entró cargando las bolsas del mandado, alzandolas a la altura de su cara para que las mellizas pudieran pasar sin problemas. 

-Vayan a cambiarse, en un rato vendrán sus tíos- dijo el creyente para irse a la cocina. 

Ruri y Kumi salieron corriendo a su habitación, sin olvidar su nueva misión. 

Kakuhidan "omegaverse" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora