true love ; p.gavi

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gavi;

Aunque Natalia jure que esté bien, Unai y yo nos damos cuenta de que se va tropezando de vez en cuando, y de las cosas sin sentido que va soltando.

Unai y yo quedamos en no decirle a su tío que se ha emborrachado, no queremos meterla en problemas.

—Natalia, Natalia.—La llamo varias veces pero ella se ríe y niega con la cabeza. Ya estamos delante de su habitación y Unai nos mira apoyado en la pared.

—No me llames así, solo mi tío me llama así, para ti soy Nati.—Me pone un dedo en el pecho y yo me tenso, viendo como Unai se ríe al ver mi reacción.

—Vale, Nati, dime por favor que tienes la llave de la habitación.—La agarro por los hombros y ella me mira sonriendo.

—Claro que la tengo, ¿quieres pasar conmigo?—Pone una sonrisa pícara y yo me sonrojo, pero pongo cara de enfado cuando veo que Unai se empieza a reír a carcajadas.

—Al menos ya sabemos que tipo de borracha es.—Unai sigue riéndose y Natalia le mira con cara de enfadada.

—Dile a Unai que se calle que solo quiero hablar contigo.—Intenta susurrarme al oído pero no mide el volumen de su voz y habla lo suficientemente fuerte para que él la escuche.

—Veo que no soy bienvenido aquí.—Unai se separa de la pared y empieza a ir hacía su habitación.—Mucha suerte Gavi, esperemos que triunfes.—Me da una palmadita en la espalda y se va.

—¡Está borracha! Serás idiota.—Cuando dejo de mirar a Unai me centro en Natalia que no ha dejado de mirarme.

—¿Vienes? No tengo sueño y tengo el parchís en el móvil.—Ella se acerca a la puerta con la tarjeta para abrirla, pero yo me limito a reírme y quedarme en mi sitio.—¿De verdad que no vas a venir?

—No sé Nati, si alguien nos ve entrar juntos, o a mi salir de tu habitación, podríamos meternos en un lío.—No dejo de mirar a todos lados, esperando que nadie nos vea, ella está bastante cerca de mi, y eso podría ser malentendido.

—Joder tío que más da somos adolescentes, ¿no tenemos privacidad por ser menores o algo así?—Pone sus manos en mi hombros pero las baja con fuerza rápidamente.

—La perdimos en el momento en el que nos volvimos conocidos Nati.—Por fin la miro a ella, y la veo tan cerca de mí, tan guapa, que no me atrevo a irme hacía mi habitación.—Venga vamos.—Ella me sonríe y abre la puerta de la habitación. Yo miro por última vez el pasillo, por si alguien nos ha visto y cierro la puerta, entrando completamente.