Capítulo 9

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Frey Stein.

Estaba atardeciendo y decidí ir a caminar por el bosque, era probable que me encontraba a Darah por ahí, le gustaba rondar esos lugares y ya lo tenía más que confirmado.

Me detuve a mitad de camino cuando escuché unos ruidos a lo lejos, voces.

Caminé hacia allí y mi mirada recayó sobre la cabellera pelinegra que me daba la espalda, estaba tirada en el pasto y se reía, con sus dedos dibujaba cosas en el aire y decía cosas sin sentido.

Como una maldita loca.

Fruncí el ceño y me acerqué un poco más.

Se percató de mis pasos y se sentó aún riendo, se giró y mordió sus labios reposando mi figura.

Alcé una de mis cejas.

—Frey— habló riendo —Diablos, ¿Estás viendo eso?— señaló hacia el cielo.

Preguntó y yo la mire con confusión.

—Creo que veo al altísimo de Leigh y todos lo locos de este lugar— dijo riendo y se tiró de nuevo al pasto, miré a nuestro alrededor y me fijé en que habían unos hongos, hongos alucinógenos.

Y tenía algunos en su mano.

Estaba drogada.

—Estoy un poco drogada, tal vez— confirmó sonriendo lo que yo ya sabía.

Su sonrisa era linda,me gustaba cuando lo hacía con falsedad porque le daba ciertos aires seductores pero cuando lo hacía con sinceridad, como ahora, simplemente me resultaba imposible no querer tenerla para mi.

Mis labios amagaron en también curvarse hacia arriba.

Negué, era una maldita desquiciada sin responsabilidad o respeto por la vida, pero era ¿tierna?

Me acerqué a ella.

La tomé en brazos y ella aún seguía riendo.

<<Su risa es linda>> aleje esos pensamientos y pensé a donde la llevaría.

No la podía llevar a su casa, probablemente aumentarán su castigo, me preguntarán cómo la había encontrado y por qué la llevaba, así que decidí llevarla a mi casa.

—Ahora estoy en un partido de Quidditch con Harry Potter y los Slytherin boys, ¿Sabías que mi casa es Slytherin? Bueno lo es, y es la mejor así que no te atrevas a criticarla aunque creo que tú también ere Slytherin, Ravenclaw, tal vez Ravenclaw— pensó unos segundos —Definitivamente no eres Hufflepuff, no tienes pinta de Gryffindor no porque no seas valiente, más bien pareces ser de los que no les gusta pavonearse, a ellos si les gusta eso. ¿Eres Ravenclaw o Slytherin?— la miré con clara confusión ¿Que iba a saber yo que era? ¿De qué estaba hablando?

Iba a decir algo pero de pronto se quedó dormida.

Suspiré fuerte, comenzaré a pensar que de verdad está loca.

Seguí caminando hasta llegar a casa, al entrar me encontré con mamá, Kaia y Valter en la sala, la mirada de ellos pasó a nosotros con curiosidad y me dieron ganas de maldecir.

Preferí ignorarlos y subir rápido las escaleras antes de que iniciaran con sus preguntas que como sea no iba a responder.

Al llegar a la habitación con cuidado la deposité sobre mi cama, lo que causó que ella se removiera un poco para posicionarse mejor.

Quité sus zapatos y arropé su cuerpo, no pude evitar quedarme unos segundos mirándola.

Estaba claro que era hermosa, dormida ahí se veía tan pacifica, todo lo contrario a la tormenta que ella era cuando estaba consciente, o al menos cuando parecía estarlo.

Pensé que había despertado cuando se movió, pero continuaba con sus ojos cerrados, aún así con su mano derecha buscó una almohada y la coloqué entre sus piernas colocándose en una posición fetal.

Sonreí genuinamente.

Me levanté y apagué la luz de la lámpara que reposaba en la mesita de noche.

—¡No!— se sobresaltó cuantos que yo también lo hiciera.

La mire y seguía con los ojos cerrados, los entreabrió un poco y tomó mi mano tirando de mi hacia ella.

—Enciéndela— lo hice y volvió a acostarse pero no soltó mi mano.

Intenté que me soltara pero la loca esa era obstinada hasta durmiendo.

Me senté a su lado dándome por vencido, podría soltarme de un tirón pero la despertaría, y se veía muy pacífica mientras descansaba.

Levanté mi otra mano a su rostro para apartar un mechón que se había colado.

¿Así que le tienes miedo a la oscuridad?

Vaya la ironía.

Su respiración era acompasada, cualquiera que le viese podría pensar que no tenía monstruos, pero los monstruos se detectan unos con otros.

Sonreí, ¿Cómo podrías tenerle miedo a la oscuridad si vives en ella, Darah?

¿Cómo podrías tenerle miedo si tú eres la oscuridad?

Si yo lo soy.

Si al final, todos somos oscuros.

En algún momento mi mano comenzó a acariciar su cabello despacio, enredando mis dedos en la oscuridad de cabello largo.

Después de lo que parecieron minutos me soltó para volver a moverse.

Aproveché ese momento para escaparme y poder salir de la habitación.

¿Quién eres, Darah?

 OSCUROS ||Frey Stein||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora