Capítulo 24

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Al caer completamente la noche luego de salir de la casa de Frey, fui a casa y busqué algunas cosas que tal vez me servirían para después.

Al salir por la ventana de mi habitación caminé a pasos rápidos pero silenciosos hasta cruzar el patio de la casa, me fui adentrando a la oscuridad del bosque mientras sostenía mi celular apagado en mi mano derecha.

Caminé unos largos minutos hasta que llegue al lugar donde había estado con Leigh en la mañana, caminé hacia donde sentía que me estaban observando anteriormente y volví a emprender mi recorrido por el lado que se veía mas deteriorado, esta vez arrastrando mis pies para que ninguna rama crujiera.

Me di cuenta que el camino llevaba a un lugar cercano a una colina, saque el arma que tenía en mi bolso por si la necesitaba, me quedé viendo la casa a una distancia prudente con recelo.

Entrecerré mis ojos sintiendo como se colocaban detrás de mi y antes de que pudiera girarme sentí como me tomaban por detrás tapando mi boca.

Ni siquiera iba a gritar, estaba consciente de que nadie me escucharía.

Solté un codazo con fuerza y pude sentir como este impactó contra algo fuerte pero suave, y por la dirección en la que había tirado el golpe, supuse que era la cara.

Escuché un quejido seguido de un insulto que solo me instó a seguir peleando, logre liberarme del agarre en mi estómago y boca, me giré pero no logré ver el rostro de la persona, no solo por la oscuridad sino también por mi miopía.

El tipo tiró un golpe que dió justo en mi costilla izquierda cortando mi respiración por unos momentos, logré recomponerme y mis manos se colocaron en sus hombros presionando hacia abajo y elevando mi pierna para dar un golpe en seco en su entrepierna haciendo que la persona se doblara de dolor.

Sonreí y saqué la navaja que estaba en mi mano agachándome a la altura del tipo, no dejaría mi trabajo incompleto.

Yo jamás dejo mi trabajo incompleto.

Él no lo hizo.

Rasgos antisociales.

Primer diagnóstico.

Cuadros depresivos

Esquizofrenia.

Ansiedad

Segundo diagnóstico.

No pude llegar a enterrar la navaja en la garganta del desconocido ya que su propia mano me detuvo.

—Jodida perra— gruñó esa voz haciendo que me detuviera un momento, él aprovechó mis distracción para volver a tirar un golpe que esta vez chocó contra mi mejilla, escupí la sangre a un lado y sin perder más tiempo clave la navaja en la mano que tenía inmovilizada arrastrando la navaja por toda la palma.

Sin embargo eso no fue suficiente para que el maldito hijo de la misma mierda se detuviera, dio una vuelta enterrando su pierna en mi abdomen haciéndome soltar la navaja y solté un aullido de dolor, arañé sus brazos sintiendo como se llegaba a desgarrar su piel y un líquido viscoso se adhería a mis uñas.

Sus manos enguantadas subieron a mi cuello comenzando a apretarlo, volví a enterrar mis uñas más profundas, no me importaba hacerle un agujero en la piel solo con ellas, mientras él más apretaba, yo también desgarrando su piel cada vez más.

 OSCUROS ||Frey Stein||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora