Capítulo 18

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Mientras que casi todo el pueblo buscaba a Natalia yo me encontraba en mi casa, relajada y disfrutando de una buena lectura.

Definitivamente este pueblo estaba lleno de hipócritas, lo dije una vez y lo seguiré diciendo, por Dios, Natalia al igual que Jessie eran tachadas como mala influencia y cuando una murió y la otra desapareció se reúnen como si su muerte les hubiera afectado de sobremanera.

Ridículos.

Yo podía ser lo que ellos quisieran pero jamás fingiré que una persona me importa sin importa las circunstancias cuando en realidad no es así.

Dejé mi libro a un lado cuando mi celular vibro indicando que me había llegado un mensaje.

Ven a jugar con mis trenes.
-Frey

Sonreí un poco y dejé mi libro a un lado, debía arreglarme, estaba hecha un desastre.

No era como que Frey no me hubiese visto ya en estados peores pero pues, a mi no me gustaba salir a la calle viéndome mal.

Luego de ducharme y colocarme unos vaqueros jean oscuros con una blusa negra que se pegaba a mi torso, procedí a colocarme unas tenis, por ultimo peiné mi cabello dejándolo en un semi recogido.

Algunas hebras de mi cabello se salieron a medida que pasaba mis dedos y el cepillo por el.

Caída de cabello. Eso suele ser por la mala alimentación y el estrés, no es nuevo, llevaba varias semanas sucediéndome.

Ignoré aquello sin ganas de que mi felicidad se vaya al carajo, estaba feliz y quería seguir sintiéndome así.

Salí de mi cama y caminé hacia la vivienda de los Stein, cómo siempre al tocar abrió Mila.

—Darah, está hermosa— me dijo luego de saludarme, ella era un encanto, definitivamente Kaia se parecía a ella en ese sentido de amabilidad.

Aunque yo no conocía bien a los otros padres de Kaia, Frey y Heist.

Lo sabía porque Leigh me fue con el chisme.

—Muchas gracias, Señora Stein.

—Llámame Mila, querida.

Luego de saludarla me guío a la habitación de Frey, había estado aquí antes pero no muy consciente que digamos así que por tal razón no conocía el camino a su habitación.

Al entrar vi a Frey sentado a un lado en el piso y me acerqué despacio sentándome a su lado.

Él me miro y sonrió de lado, iba a sonar estúpido pero me gustaba cuando hacía eso.

—Viniste— dijo y yo fruncí el ceño.

—Claro ¿Por qué habría de no hacerlo?— deposité un beso en sus labios y noté como quería continuar pero me alejé, suspiré y sonreí.

Entonces me preguntó algo que me borró la sonrisa y me dejó sorprendida, verdaderamente sorprendida.

—Darah ¿Tú crees en los monstruos?— preguntó en tono bajo, en su rostro ya no estaba esa sonrisa ladina.

—Lo hago, Frey.

—¿Tú creerías si te digo que soy uno?— carraspeé enderezando, mi rostro se volvió serio y lo miré fijamente, yo no era de las personas que mentían y no le iba a mentir a Frey.

—Tu no eres un monstruo— hice una pausa y lo miré directo a esos hermosos orbes azules —No creo que seas un monstruo pero en caso de que lo seas, ¿Qué? Al final todos somos monstruos solo que algunos logran ocultarlo a la perfección mostrando solo su lado bueno y amable, una máscara. Nadie es completamente bueno y nadie es completamente malo— me sincere, esa era mi respuesta, mis palabras han quedado confirmadas con el pasar del tiempo.

 OSCUROS ||Frey Stein||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora