Un cuarto de hora

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-Le desafío a un duelo de espadas, mi señor.

[Aquellas palabras pillaron de sorpresa al joven rubio. Había estado recolocándole el pelo al bebé y de repente había escuchado un salto seguido de un movimiento de espada cortando el aire. ¿A qué venía que lo retaran tan pronto por la mañana? Si bien él estaba confuso, el bebé movía los brazos de manera entusiasta, como apoyando la idea de quien había hablado]

-¿Por qué quieres que nos enfrentemos en un duelo? [cuestionó el joven rubio, dándose la vuelta para vislumbrar al otro. Sus ojos azules le sostuvieron la mirada a aquellos ojos amarillos] Tendrías que estar descansando. Apenas hace dos días que volvimos a casa y no has parado de hacer cosas. Ni siquiera entiendo por qué era necesario que te pusieras a practicar artes marciales. [agregó, suspirando]

-Necesitaba preparar todo para que Jianyu se encontrara lo más a gusto posible. [respondió el otro mientras se quitaba la chaqueta y la tiraba al suelo de un grácil gesto. El bebé emitió un gritito de júbilo cuando aquel joven peliazul le sonrió] Ya que le creaste tan magnífico asiento al Principito, ¿qué mejor que entretenerlo con un fiero duelo entre dos experimentados espadachines?

[El rubio no estaba en absoluto de acuerdo con la propuesta de su acompañante. ¿Qué necesidad había de estarle mostrando a un bebé una pelea entre sus padres? Por mucho que fuera a ser nada más que un juego, era un acto violento. Quién sabe lo que el pequeño podría sentir al ver aquello. Pero, claro, el otro se había quitado la chaqueta y se estaba recogiendo el pelo, señal de que iba a torturarlo pidiéndole pelear hasta que cediera]

 Pero, claro, el otro se había quitado la chaqueta y se estaba recogiendo el pelo, señal de que iba a torturarlo pidiéndole pelear hasta que cediera]

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-¿Al menos puedes explicarme qué lógica le ves a esta propuesta tan sumamente descabellada, Xingqiu? [cuestionó el rubio, cruzándose de brazos. El asiento que le había creado mediante alquimia al bebé no era más que una forma de que pudiera disfrutar del exterior. En absoluto lo había hecho con el fin de que presentara un duelo. Él jamás emplearía aquella ciencia que dominaba para cosas tan absurdas. Y mucho menos teniendo un hijo al que proteger de los peligros de la alquimia] Honestamente no entiendo qué razonamiento has de tener para considerar una buena opción ponernos a hacer esto cuando deberíamos disfrutar de la paz en familia antes de que tenga que partir a Mondstadt.

-La paz nunca ha sido sinónimo de aburrimiento, amor mío. [contestó el peliazul, con una pícara sonrisa antes de dar una vuelta y cortar el aire con elegancia. El bebé volvió a emitir otro gritito de fascinación, agitando sus bracitos con aún más entusiasmo] Además, ¿nunca has tenido curiosidad por enfrentarte a mí? Siempre trabajamos en equipo, pero no estaría mal ver qué pasaría si estuviéramos en bandos contrarios.

-Esta no es una de tus novelas que son "de enemigos a amantes", esto es la vida real. [recalcó el otro] Sabes bien que nunca levantaría mi espada contra ti. Eres mi marido y el padre de mi hijo. Nada justificaría que me enfrentara a ti, ni siquiera la curiosidad por equiparar nuestras habilidades. [negó con la cabeza]

Cristales en la LobreguezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora