Cristales en la Lobreguez

Por su bien

[La lluvia hizo que el bebé se despertara. El sonido de las gotas golpeando el cristal de la ventana era lo suficientemente insistente como para que el pequeño se viera obligado a abrir los ojos. Y, como no podía faltar, el hambre fue lo primero que le afectó. Apenas unos segundos después, a la lluvia se le sumaba el llanto del niño]

-Ah... Jianyu... No es tan tarde... [murmuró Xingqiu]

[El peliazul estaba demasiado a gusto en aquella cama. Si bien no estaban en su casa, no podía negar que estaba cómodo. Quizás, las mantas contribuían a aquella sensación, pues lo mantenían protegido del frío del ambiente. O tal vez fuera porque había estado toda la noche abrazando a Albedo. No notaba el brazo izquierdo, pues estaba debajo de la espalda del alquimista, pero se negaba a romper aquel contacto. Se había habituado a sacrificar la sensibilidad en las extremidades por la noche. Así podía asegurarse de que el rubio tardara en zafarse de su abrazo y huir. Claro que, ahora que tenían un hijo, el tiempo que compartían en la cama estaba condicionado por el despertar del pequeño]

-Tiene hambre, Xingqiu. [dijo Albedo, recalcando lo evidente]

[El escritor se lamentó cuando empezó a notar a su marido apartarse para levantarse de la cama. Si Albedo daba por comenzado el día, ya no habría forma de hacer que volviera a tumbarse a su lado. Así que, el escritor abrió el ojo derecho y estudió la situación. La lluvia era un inconveniente, pero creía poder calcular la hora aproximada. Todavía debía ser temprano]

-¿Xingqiu...? [la pregunta del alquimista reflejaba confusión]

[La decisión estaba tomada. Quería aprovechar un rato más el permanecer abrazado a Albedo. Por ello, se sentó rápidamente en la cama, agarró la camisa del alquimista y tiró, obligándolo a volver a tumbarse. En lo que el Príncipe de la Roca Caliza se planteaba si a Xingqiu le había entrado una locura repentina, su marido terminaba de ponerse de pie y empezaba a buscar comida para Jianyu. Si lograba que el pequeño volviera a descansar, podría llevar a cabo su plan sin problema]

[Cuando halló el biberón no pudo evitar sonreír y asentir. Ahora ya Albedo no tendría razones para levantarse también. Había ganado. De hecho, cuando tomó en brazos a Jianyu y empezó a darle de comer, el escritor lucía una enorme sonrisa de satisfacción. El pequeño se mostraba agradecido de tener algo que llevarse a la boca y, cuando terminó de ingerir la leche, movió sus manitas para demostrar lo satisfecho que estaba. Xingqiu no podía dejar de apreciar cómo aquel ser de tan pequeño tamaño, había invadido sus vidas y había logrado ganarse una gran parte de su corazón. Jianyu, desde el punto de vista del escritor, había conseguido hacerse dueño de toda la atención]

[Xingqiu estaba muy feliz por aquello. Lo de buscar atención en los demás sin duda no había sido heredado de Albedo. Aquel diminuto humano, se parecía en muchas cosas al discípulo del clan Guhua. Aquellos mofletes, que ahora los dedos del escritor acariciaban, eran también un reflejo de sí. A Xingqiu se le olvidaba siempre cómo realmente había nacido Jianyu. Al fin y al cabo, salvo aquellos ojos especiales, era un bebé normal y corriente en todos los aspectos. De hecho, cuando dejó el biberón a un lado y lo vio reír mientras le agarraba suavemente la mejilla, se preguntaba si la alquimia era capaz de darle a la gente aquel regalo de la vida que la propia naturaleza se negaba a entregar. No todo el mundo tenía tanta suerte como el escritor en ese sentido]

[La alquimia era un arma de doble filo]

[¿Y si le pasaba aquello al impostor de Albedo? La naturaleza podría haberle negado algo que él ansiaba y por ello, habría acumulado ira contra aquellos que poseyeran lo que a él le faltaba. Tal y como los villanos trágicos de las novelas que a Xingqiu le gustaban. Podía tratarse de alguien que hubiera sufrido la crueldad de la vida y que no hubiera tenido otra opción que intervenir para conseguir lo que deseaba tener. Y si así era... ¿Estaban justificadas sus acciones de algún modo?]