Cotejando afirmaciones

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[Al entrar por la puerta, Xingqiu se quedó boquiabierto. Aquel lugar tenía estanterías repletas de libros. El simple olor de los volúmenes, le hacía deducir que allí habían ocultas ediciones muy limitadas y de gran valor para un ratón de biblioteca como lo era él. Si bien al principio no le había hecho demasiada gracia que Amber hubiera ido a buscarlo cuando le acababan de servir la comida, ahora no se arrepentía en absoluto. Estaba más hambriento de conocimiento que de alimento. De hecho, ni notó que la caballera le había hecho una pregunta. Solo tenía ojos para los libros que estaban tan cerca de él]

-Esto... ¿Xingqiu? [Amber agitó suavemente la mano delante del rostro del escritor y finalmente logró que se centrara en ella] Lamento decirlo de nuevo, pero... ¿Sería posible que dejaras a Jianyu un ratito conmigo? Mis compañeros desean hacerte unas preguntas y hemos creído mejor que el pequeño se quede conmigo. Le puedo leer algún cuento y así podrás responder con más calma. Si te parece bien, claro está.

[Los ojos del peliazul estudiaron a la Caballera Exploradora. ¿Dejar a su hijo con ella? Si le hacía aquella propuesta era que la situación era más compleja de lo que había creído en un principio. Hasta aquel momento, no había permitido que nadie, salvo Albedo, obviamente, se llevara al pequeño en brazos mientras no vigilaba. No es que no se fiara del buen trabajo que pudiera hacer la gente con el niño, sino que simplemente lo quería egoístamente para él. Sentía que, si se lo daba a cualquiera, se perdería valiosos momentos de la vida del bebé]

[Así que, decidió tomarse unos segundos para estudiar a los que estaban presentes en aquella sala. Si bien no los conocía personalmente a todos, parecían tener un aura de solemnidad a su alrededor. Sus ojos recayeron en Albedo, esperando que su marido le diera alguna señal de cómo proceder a continuación. No obstante, el alquimista observaba el suelo, evitando deliberadamente cualquier contacto visual con Xingqiu]

[Al escritor le dolió aquello, a pesar de que entendía lo delicado de la situación]

-Sí... Supongo que es lo mejor. [aceptó el escritor, volviendo a mirar a Amber. Separó con suavidad la tela que se enrollaba a su cuerpo y permitía a Jianyu reposar en su pecho. Le dio un beso en la frente al pequeño antes de permitirle a la joven que lo tomara en brazos] Si no te importa, ¿podrías enseñarle algo típico de Mondstadt? Ya sabes, el tipo de cuentos que se transmiten de generación en generación para que los niños vayan a dormir.

-Sí, sí. Sé algunos cuentos de ese estilo. [Amber tenía bien posicionado al bebé en sus brazos y notaba cómo los ojos del pequeño la observaban con curiosidad mal disimulaba] Oh... Soy muy despistada. No separé una silla antes... [se empezó a disculpar]

-La tienes allí, Amber. [comunicó Eula, alzando levemente la voz y señalando a la silla que había desplazado para su compañera] La movimos mientras estabas fuera.

-¡Muchas gracias por decírmelo, Eula! [agradeció Amber felizmente] Prometo que trataré de que Jianyu lo pase lo mejor posible, Xingqiu. ¿Quieres que me lleve el bolso que tienes ahí por si le entra hambre o algo? [agregó ella cuando se centró de nuevo en el escritor. Había conocido a bastante gente con hijos pequeños como para saber que por lo general los padres solían cargar con equipaje que contenía cosas para los niños] ¿O prefieres que me acerque si veo que su estado de ánimo cambia?

-Lo mejor sería que lo tuvieras cerca por si acaso. ¿Puedes llevarte el bolso sin ayuda o quieres que te lo deje en donde vais a estar? [Xingqiu sentía un nudo en el estómago, aunque sus palabras sonaban tranquilas y razonables]

-Creo que puedo con todo. [dijo ella cuando alargó el brazo y tomó el bolso. Xingqiu se preguntó cómo podía coordinarse tan bien como para lograr que el bebé siguiera cómodamente apoyado a pesar de que ella había agarrado el equipaje. Intuyó que tenía experiencia con los niños si tenía tal destreza] En un ratito te devuelvo a Jianyu. [le dijo con una sonrisa tranquilizadora. El peliazul supo que dejaba al pequeño en buenas manos]

Cristales en la LobreguezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora