¿Sueños premonitorios?

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-Déjame que te eche una mano-... [pidió el escritor al ver el panorama]

-No hace falta, señor Xingqiu. Puedo sola con ello.

-Es una cuna de madera maciza... Me niego a dejar que lleves eso sola.

-De verdad que no es molestia, señor.

-Al menos no me llames señor. Prefiero que me tutees. Yo te estoy tuteando. Haces todo esto por nosotros, es lo mínimo.

-No se preocupe, señor. Estoy acostumbrada a mantener la formalidad con los visitantes y no pienso faltarle al respeto a usted. Insisto en que no debe preocuparse por ello. No me incomoda.

[Xingqiu estaba anonadado. Entre el interrogatorio de aquella tarde y esta situación, sentía que ya había tenido demasiadas emociones fuertes durante el día. Si bien estaba acompañado de Albedo, el alquimista permanecía en silencio. Había estado así toda la tarde y, ni siquiera cuando al fin Jianyu regresó con ellos, el caballero había dicho ni una sola palabra. Incluso Kaeya, cuando les devolvió al pequeño, pareció decepcionado al no obtener ninguna respuesta por parte del Príncipe Caliza]

[Albedo simplemente sujetaba a su hijo en brazos mientras pensaba sin decir palabra]

[Así que, el joven de Liyue se vio en la obligación de darle las gracias a los Caballeros de Favonius, pues, al fin y al cabo, estaban tratando de ayudar. El interrogatorio había sido tedioso, pero Xingqiu, tras analizar la situación con más calma, entendía sus razones. Si Albedo mostraba un comportamiento extraño, era normal que quisieran cuestionarlo al respecto y más sabiendo que alguien podría cometer atrocidades en su lugar. De hecho, el peliazul se sintió en más de una ocasión avergonzado al pensar que, en cierto modo, su marido podría haber sido el verdadero culpable de todo. No era el caso en aquella ocasión, pero el simple hecho de imaginarlo le revolvía las tripas]

[Y, sin embargo, el rubio no mostraba ningún atisbo de emoción. Ni cuando comieron, ni cuando les indicaron el lugar en el que se quedarían en Mondstadt aquella noche. Los ojos azules de Albedo no miraban algo presente en la escena, sino que más bien estudiaban posibilidades ocultas a la vista de los demás. Xingqiu intuía que había algo más profundo que atormentaba a su esposo, pero por temor a aumentar su pesar, se guardó las dudas y curiosidad para sí]

[Para el discípulo del clan Guhua, las horas eran más frías porque no lograba sacar de aquel trance a su amado]

[Así que, cuando la Caballera Embajadora fue en busca de la pareja, respiró aliviado. Si bien era una desconocida a la que apenas había visto una vez, agradeció enormemente poder hablar con alguien. De hecho, le hacía preguntas, quizás demasiadas, para ahogar su propia soledad. Noelle le respondía siempre con cortesía sin importar el tema de conversación, cualidad que admiraba aún más el escritor]

[Y no solo le sorprendió su caballerosidad, sino también su fuerza]

[Desde que la Gran Maestra Intendente había dado por concluida la reunión, Noelle había aparecido en el pasillo de la sede, casi como si intuyera que su presencia era necesaria. Jean le había pedido que buscara por si había alguna habitación libre en el edificio que pudiera servir de dormitorio improvisado y que, si así era, le dijera a algunos caballeros que la prepararan para que Xingqiu, Albedo y el bebé durmieran allí. Lejos de querer delegar la tarea en otras personas, la Caballera Embajadora se había ofrecido a hacerlo todo ella sola. Jean no había aceptado en un principio, pero ante la insistencia de Noelle, se había dado por vencida. Al parecer, la joven había ejercido durante muchos años como sirvienta de los Caballeros de Favonius y, ni siquiera cuando finalmente aprobó el examen de ingreso, había perdido la costumbre de actuar como tal. A la Gran Maestra Intendente le preocupaba aquello, pues tanto ella como Noelle tendían a sobreesforzarse en sus labores]

Cristales en la LobreguezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora